Los barrenderos

Muchas son las canciones que esta semana volvieron a mi memoria, a esa memoria que todo lo guarda en una especie de disco duro y que, por los avatares y noticias políticas del momento, me transportó a los finales de los años 60 cuando los guateques eran nuestro lugar de diversión, entretenimiento, amistad, y, sobre todo, acercamiento para ligar con las chavalas tres o cuatro años menores que nosotros.
La melodía que resuena desde hace días en mi cabeza y que tantas veces repetimos cuando sonaba el tocadiscos –siempre había un voluntario para colocar los discos, el más tímido con las mujeres– es aquella que decía: “Si yo tuviera una escoba…”. Y luego los Sirex añadían: “Cuantas cosas barrería”. Si mal no recuerdo tanto el grupo como el cantante, Leslie, eran catalanes como los impresentables de la CUP, que están llevando a aquella comunidad autónoma al más profundo de los precipicios del que va a ser muy difícil salir si es que no se presentan equipos de rescate. Estos asamblearios van a conseguir que Barcelona, una de las ciudades más visitadas del mundo, se quede sin turismo que es el sustento económico del que vive casi el cincuenta por ciento de los empresarios que trabajan en aquellas tierras.
La Candidatura de Unidad Popular (CUP) con su separatismo, independentismo, anticapitalismo, quieren barrerlo todo y no dejar cabeza sobre hombro. Ni la de la monarquia, ni la de los políticos, ni la de los banqueros, ni la de los partidos tradicionales, ni la de la Iglesia. Nada de nada. Con el eslogan de: “¡Barrámoslos! Desobediencia, autodeterminación, Paísos Catalans”, quieren romper con todo. Buscan su quimera en forma de república propia e independiente, sin políticos –tampoco quieren ni a Pujol ni a Mas– y sin que el cordón umbilical les una a Europa. Se consideran autosuficientes –¡pobrecitos!, digo–, para manejar con destreza el mango de caña o plástico de su superescoba barredora y dejar en el umbral de la puerta, o sea en las fronteras de lo que ellos llaman Países Catalanes –la comunidad valenciana, las islas baleares, tierras murcianas y de Aragón– todo lo que huela a España. El proyecto es irreal e irrealizable, y en él destacan tres conceptos claros a derribar: desigualdad, patriarcado y el capitalismo salvaje. Al tiempo piden también desobedecer leyes que consideran injustas y que dicen son emitidas desde el Estado Español o la Unión Europea. Un buen rosario de incongruencias a las que tenemos que añadir las protagonizadas por Arran, asociada a la CUP, que se quieren cargar el turismo en Cataluña, y que los turistas se vayan a hacer gárgaras o que se busquen otras ubicaciones sin problemas, y para ello están cometiendo todo tipo de tropelías que necesitan una respuesta contundente por parte de los poderes del Estado.
Me quedo con lo que barrían los Sirex. Los barrenderos de la CUP seguirán creciendo mientras no aparezca un San Jorge que se enfrente al dragón para cortarle la cabeza. Y el 1 de octubre está a la vuelta de la esquina después de las vacaciones veraniegas. Esperemos que nuestros mandatarios gobernantes vuelvan con la mente despejada después de los paseos por las tierras gallegas, y muevan de una vez las fichas precisas en este tablero de incongruencias.

Los barrenderos

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