Detrás del telón

Cuando me pongo en el ordenador a escribir mi artículo semanal han transcurrido 72 horas desde que se conocieron los resultados electorales del 12 de julio en el que nuevamente Alberto Núñez Feijóo consiguió una mayoría absoluta demostrando el pueblo gallego que de este modo le premiaba el trabajo realizado a lo largo de la última Legislatura. En mi comentario quiero sacar a la luz algunas consideraciones situadas detrás del telón electoral y que considero son significativas para tener un conocimiento más exacto de lo que ocurrió en una jornada de votaciones tórrida y cargada de simbolismo por la situación de pandemia. 

El primer dato significativo nos presenta a un Feijóo gran conocedor de lo que quiere el pueblo gallego y que siendo hombre de grandes raíces partidistas situó por delante el bienestar de Galicia a los logros de su fuerza política jugando la gran baza de la unidad y dejando las cosas claras de que el único que mandaba en su campaña era él y que no permitió ingerencias externas. Muy acertadas sus decisiones de no contar con Cayetana Álvarez de Toledo, polemista donde las haya, ni de ceder puestos a   Ciudadanos que lo único que le podrían generar, como ocurrió en el País Vasco, era la pérdida de votantes.

Con fuerza salió de detrás del telón Ana Pontón, la dirigente del BNG, al que hizo resurgir de sus propias cenizas, curtida en el seno de la UPG aunque conocedora de que los mensajes extremos no tenían cabida en su campaña por lo que apostó por la moderación. Está en ese siempre difícil camino de los votos para alcanzar el poder máximo y, políticamente, no se la puede perder de vista. Un hombre, Beiras, y una mujer, Ana, fueron los encargados de hacer morder el polvo a los dos Caballero, tío y sobrino, con casi un cuarto de siglo de por medio. Hace ahora poco menos de 23 años el tío, que consiguió unos nefastos resultados electorales, tuvo que dejar su cargo de elección por presión dentro de su propio grupo parlamentario. ¿Ocurrirá ahora lo mismo con el sobrino…? Las primeras voces dirigentes socialistas empiezan de decirlo. 

Las Mareas se disolvieron como azucarillos en el café. Igual que nacieron de la nada han vuelto a la nada, no sin antes demostrar que les mueve más el afán de poder que el servicio público. Mirarse en el espejo de uno de sus creadores y muñidores, Pablo Iglesias, situado ya en la casta más elevada, les ha llevado al desastre total en Galicia. O sea, a desaparecer del plano político. Y como se dice vulgarmente las ratas, muchas de ellas que atesoraron gran poder, empiezan a abandonar el barco que se hunde irremisiblemente.

Detrás del telón

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