Ideologías cerradas

La vigencia de las ideologías cerradas, ahora bajo formas de radicalismo reivindicativo, está más viva que nunca. La pretensión de imponer unilateralmente modelos teóricos sobre la realidad ya hemos visto dónde nos ha conducido en la Europa del siglo pasado. A pesar de ello, el neototalitarismo de uno u otro signos, escondido en buena parte de los nuevos movimientos que aspiran a derribar la política tradicional, es quien lidera la lucha contra las injusticias de la globalización y, sobre todo, quien aspira, a través del uso fraudulento de las instituciones de la democracia liberal, a implantar un nuevo totalitarismo.

El nacional-socialismo, erradicado de la faz de la tierra, reaparece, en lo que atiende a la doctrina sobre la nación y la raza, bajo los nacionalismos radicales que pretenden liberar a la nación de una opresión que artificialmente se crea, con ocasión y sin ella. Y, por otra parte, el comunismo y el marxismo se encuentran bajo la piel de algunos movimientos que están sabiendo manejar el descontento reinante hacia formas de protesta que van dirigidas a donde todos sabemos.

La demagogia, gracias a la mala administración y gestión de los asuntos del interés general, vuelve por sus fueros porque la capacidad de sometimiento del pueblo a los dictados de la poderosa tecnoestructura que se ha apoderado del poder, ha empezado a hacer agua. El poder es del pueblo, de todos y cada uno de los ciudadanos. En ellos reside y en ellos está su justo título. Que el poder se haya confiado temporalmente a los políticos para que se use para la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, no quiere decir que el poder pueda ser objeto de apropiación de la llamada clase política. Hoy, sin embargo, este fenómeno nos indica hasta qué punto conviene regresar a las bases éticas de la democracia, tan desconocidas en la realidad, como afirmadas en la retórica política.

En efecto, seguimos dominados por la estela de las viejas políticas, por las políticas del odio y el resentimiento, las políticas anti, políticas dirigidas a derrocar como sea al adversario Se trata, sencillamente, de la hegemonía del pensamiento único, del autoritarismo intelectual: de la nueva moda a la que lleva esa dictadura de lo políticamente correcto.

Ideologías cerradas

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