Equilibrio y centro político

los proyectos políticos de centro deben ser proyectos equilibrados. Es decir,  deben contemplar el conjunto de la sociedad, y no sólo el conjunto como una abstracción, sino el conjunto con todos y cada uno de sus componentes, de modo que tendencialmente la política debe intentar dar una respuesta individualizada -podríamos decir- a las aspiraciones, necesidades y responsabilidades de cada uno de los ciudadanos.
Por ello, las políticas de centro no se construyen atendiendo a una mayoría social, por muy numerosa y amplia que ésta pueda ser, como algunos han querido interpretar. 
Si así fuera estaríamos ante la realización de políticas posibilistas, oportunistas y auténticamente pragmáticas. Las políticas de centro deben articularse mirando a todos los sectores sociales, sin exclusión de ninguno. Y desde el centro debe negarse absolutamente que la mejora de un grupo social haya de hacerse necesariamente a costa de otros grupos o sectores. 
Esta interpretación sólo cabe desde una perspectiva de lucha de clases o desde un radical individualismo liberal. 
Hoy, la experiencia histórica y la ciencia social y económica nos permite afirmar que sólo un crecimiento equilibrado permite una mejora real de los distintos sectores y segmentos de población. La experiencia soviética, el yermo social, político y económico a que se vió reducido ese gran país que es Rusia, hoy Venezuela o Cuba, se explica, en buena parte, por la destrucción revolucionaria de los sectores dinámicos de la economía. 
Las sociedades postindustriales, por otra parte, nos vienen enseñando que no es posible un desarrollo económico sostenido si no es sobre la estabilidad social conseguida por una participación efectiva de todos en la riqueza producida. Por eso, precisamos partidos moderados, que propicien una real participacion social, que trabajen sobre la realidad y con la razón, y, sobre todo, que tengan bien clara la centralidad de la dignidad humana.
En cierto modo, el pensamiento ecológico y el pensamiento holístico nos han permitido descubrir que todo reduccionismo, toda visión sesgada o autolimitada de la realidad, reduce la eficacia de la acción, la convierte en estéril o incluso en perjudicial. 
En el campo técnico no sucede necesariamente así, pero en el campo político, sí, porque la política contempla la realidad en todas sus dimensiones. La política no es ingeniería.
@jrodriguezarana

Equilibrio y centro político

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