Un enredo mareante

a Marea resultó perdedora en las últimas elecciones, sin hacer ningún proyecto, pensando en repetir, pero le ha salido mal y pretende endosar a la corporación entrante la exigencia de lo que no ha sabido hacer en su legislatura de estos últimos años. En esos cuatro nada de mención queda en su balanza, debido a su inacción permanente y enfrentamiento a la ciudadanía en general, pese a todo no ha tenido tan malos resultados y hay que respetar la voluntad de los que de nuevo han osado votar a dicha formación.
Según palabras del alcalde saliente, al cual considero buena persona, pero un pésimo alcalde, esá orgulloso de las cosas pequeñas que según él hizo y que si siguiese en la Alcaldía lo haría exactamente igual. Con lo cual serían otros cuatro más perdidos para la ciudad, que ha quedado en una situación tan lamentable, que la corporación entrante tendrá que trabajar arreo, para arreglar todo lo que no se hizo en la anterior legislatura.
Pero la Marea pretende endosar a la corporación que gobierne unos preceptos que ellos llaman líneas rojas. Las corporaciones, pueden anular cualquier acto no previsto en sus líneas de trabajo y aprobar otras que mejoren lo que han dejado pendiente. La Marea no dará un cheque en blanco a la corporación que se haga cargo del municipio, debido a que la propia Marea, está en minoría en la oposición y el Partido Socialista, con apoyo puntual del Bloque, Ciudadanos y populares, tendrá vía libre para que la alcaldesa solucione los problemas pendientes por la inacción en la que se sumió la corporación saliente.
El discurso que hace la Marea no tiene cabida política. El ciudadano de a pie entendió qué poco le interesaban sus problemas a la Marea, que estaba en otra guerra política y la ilusión de los primeros tiempos se acabó enseguida. La falta de comunicación y de empatía, alejaron a unos de los otros, los que se sentaron en palacio se creyeron propietarios de las plazas que ocupaban y no intuyeron que era un préstamo a cuatro años y con intereses. El plazo de acabó y de lo que se había prometido nada se cumplió. Los ciudadanos tomaron nota y le enseñaron cuál era el camino; el mismo por donde había llegado.
La alcaldesa tiene las manos libres para hacer las cosas como desean los coruñeses y se debe a los ciudadanos, porque es quien les representa. Confían en su buen hacer, inteligencia y ganas de ponerse al tajo. Los coruñeses aprecian los indicios de solución las cuestiones que atañen a la ciudad y a sus moradores. Algo que la Marea no entendió y encima no se le vio empeño alguno en poner interés en lo que tenía entre manos, por ello los coruñeses están tan disgustados con la Marea; la decepción duró cuatro largos años. Ahora se mira hacia delante con la misma ilusión de antaño y los socialistas, si son inteligentes y gobiernan para la ciudad, alcanzarán ratios importantes de implicación ciudadana en sus proyectos.

Un enredo mareante

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