Sueldos, pensiones e IPC

Hace dos meses que estrenamos un nuevo año y con el mismo llegó la subida en general de todos los artículos de primera, segunda y tercera necesidad; en suma, la odisea anual de cada nuevo ejercicio en su estreno, los fastos de la despedida de año y la recepción del recién aparecido año nuevo. Es una constante en cuanto a precios, los cuales no dejan de subir y hacen cada vez más difícil el año. No es este el único; lo son todos, los que han pasado y los que restan por venir. Es la lucha de la existencia por la existencia y cada vez el ciudadano se ve más empobrecido en su ámbito salarial.
El IPC anual de 2016 supone una subida del 1,5% en general, pero si tenemos en cuenta que nadie nos divide dicho índice, tan solo la estadística, que viene a ser un feliz engaño para indicar que apenas la inflación ha subido unas décimas, aunque en realidad son bastantes más, ya que la cajera del supermercado no nos divide lo que subió dicha inflación. Pasas por caja y pagas todos y cada uno de los productos que han subido y, al final, la misma compra que has realizado el 15 de diciembre, la comparas con la del 15 de febrero y verás que la subida ha sido un buen pico que te ha ido al bolsillo y tu salario mengua de forma alarmante cada mes, eso sí, sin que uno se entere, salvo por la luz, carburantes, gas y transportes, que es donde más se nota, pero es el pago que hay que hacer al monopolio de turno y encima no existe control sobre los mismos.
Si los sueldos son cada vez más efímeros en su rendimiento y cunden cada vez menos, qué decir de las pensiones, sobre todo de la pensión baja, de esos pensionistas que hacen auténticos milagros para llegar a fin de mes. Sí, esos que cobran de 600 euros para abajo, los cuales son más de tres millones, esos callados pensionistas que luchan a diario para poder meterse algo entre pecho y espalda y de los que nadie habla. En muchos casos no solo es para sobrevivir ellos, sino para mantener en numerosos casos a familiares que lo están pasando mal por falta de trabajo, enfermad etc. Que atienden a sus nietos y prefieren pasar ellos para que no lo hagan sus nietos; es la esperanza de la obligación que se tiene sobre aquello que le ha deparado el destino, ser un pobre y honrado pensionista.
El Gobierno ha cargado sobre las espaldas de asalariados, autónomos y pensionistas el peso de salvar al país de lo peor, pero a costa de un gran sacrificio sostenido por estas capas de población. No es que el resto de pensionistas que cobran más estén mucho mejor, pero al menos no tienen las tensiones diarias que conlleva ser un pensionista de clase baja. El gasto público gubernamental, autonómico, municipal y provincial tiene que ser recortado para cumplir las obligaciones monetarias impuestas y no cargar toda la culpa a las tres capas más débiles de la sociedad.
La Presidencia tiene que dejar de excusarse en problemas estructurales y tomar las riendas que las clases sociales necesitan. Cuanto más dinero tengan en sus bolsillos los ciudadanos, más crecerá el país, sino acabaremos repartiendo la pobreza, pero no la riqueza, la cual se concentra en núcleos y no ve a luz, igual que ocurre con el Senado y Congreso, apoyar leyes justas, es de sabios, no hacerlo es de necios.  

 

Sueldos, pensiones e IPC

Te puede interesar