Pensiones dignas

Los pensionistas gallegos están a la cola, siendo sus pensiones las segundas más bajas del Estado, solo por delante de las de los extremeños, pero no sirve de consuelo ser los penúltimos y a escasa distancia de aquellos. Lejos nos quedan los primeros puestos, una quimera para los pensionistas de Galicia. Pero también estamos muy alejados de los que figuran en el centro de la lista que conforman las autonomías con mejores pensiones de España, muy por encima de las que reciben los sufridos gallegos.

Los políticos están en el remedio de sus asuntos, pero el país tiene muchos y variados problemas. Uno de ellos, y teniendo en cuenta la longevidad de los humanos, es la pensión que hoy recibe un gallego, que apenas llega para ir tirando malamente. Entre las que se reciben hay las que son máximas y medias, pero en su mayoría, los gallegos reciben una pensión mínima, que apenas alcanza para subsistir y a eso hay que darle solución rápida con unas pensiones dignas que sirvan para aliviar la situación perentoria en que se encuentran la mayoría de nuestros pensionistas.

En Galicia hay unos 770.000 pensionistas y la mayoría de ellos hacen milagros para que llegar a fin de mes; a costa en muchos casos, de sus ahorros, que merman poco a poco, sin posibilidad de recuperar el caudal que sale de la cuenta. Ser un jubilado en Galicia es una penuria sin remedio y sin solución.

Las manifestaciones de protesta se suceden, pero los políticos no toman una solución al respecto para que nuestros mayores puedan vivir con un mínimo de dignidad. Así que seguirán clamando para que se les oiga y se les respete como miembros de la comunidad que han pasado de ser activos a la inactividad social, aunque con alguna ocupación, enseñando a los demás de forma altruista. A cambio se les debe reconocer su esfuerzo para conseguir una mejor situación social, una vez llegada la jubilación, y que no se que se sientas abandonados por la sociedad que ayudaron a construir para que las generaciones futuras tuviesen una vida mejor de la que le tocó vivir a ellos.

Lo curioso es que, al parecer, hay dinero para todo menos para el sufrido pensionista, como si tuviese la culpa de ser un estorbo para el sistema políticamente ideado. Hay que buscar una alternativa al sistema de pago de las pensiones, bien sobre los Presupuestos Generales del Estado o bien sobre el remanente de la Seguridad Social y deuda pública amortizable. Otra salida puede ser la inversión que se haga con las contribuciones de los cotizantes, para que haya un flujo de liquidez constante. Pero la parte principal está en pasar el costo a los presupuestos y eliminar parte de la deuda pública con cargo al Estado, las comunidades autónomas y las administraciones locales. En donde se va mucho estipendio incontrolado de caudales públicos.

En una palabra, el pensionista no debe pagar los platos rotos de las fiestas de los demás. Tiene que cobrar una pensión digna como se merece. Hay que dar solución a un grave problema que está ahí y empezar a buscar vías óptimas y no estar a la magnanimidad del gobierno de turno.

Pensiones dignas

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