Ética y moral

La política desde hace un tiempo a esta parte se ha convertido en un nido en el que se nota su falta de ética y moralidad, en todos y cada uno de los partidos, en unos más que en otros; desde corrupción a inacción, pasando por faltas y demás argumentos. Nada tiene que ver con la dedicación a la política, sino a las prebendas que el cargo genera y cualquier disculpa es buena para mantenerse en el mismo una vez que uno se acostumbra a su desempeño con gabelas incluidas.
Hoy dedico este espacio a un asunto concreto, aunque los acontecimientos se van sucediendo de forma vertiginosa y lo que nos parece noticia se queda en el recuerdo ante la cascada de las que se van sucediendo y cada cual más grave. Pero empezaré por hablar de un tema que colea un día sí y otro también. Es el caso de Paula Quinteiro y su desafortunado encuentro con la Policía Local de Santiago. Se niega a dimitir de su puesto de diputada alegando unas justificaciones que dejan de serlo cuando se lee entre líneas lo que en realidad desea trasmitir a sus votantes, los cuales, imagino, que habrán llevado una decepción con su empecinamiento en no dejar el cargo para el que fue electa mediante las urnas.
Los militantes en los que Quinteiro se escuda, si fuesen ellos solos los que la eligieran, seguramente solo con sus votos no estaría de diputada, no serían suficientes ni tendría la fuerza que En Marea tuvo cuando se presentó ante la sociedad como una formación que intentaba cambiar la política, principalmente el grado de corrupción que se daba y se presentó como una luz nueva y brillante que podían hacer grandes cosas por los ciudadanos y variar el rumbo de este país. No ha sido así y hoy aquellos votantes se sienten defraudados de haberse equivocado una vez más en la elección.
Cuanto más tiempo pase Paula Quinteiro sin asumir la responsabilidad de aquel incidente y no presente su dimisión, además de pedir disculpas a sus votantes, más daño hará a la formación a la que representa, pues los votos vuelan libremente a otra parcela y En Marea se puede sentir perjudicada de cara a las elecciones de mayo del próximo año. Aguantar sin más sentido que el echar un pulso a la sociedad que la eligió y al propio partido al que representa es una irresponsabilidad por su parte. En política se tiene y se debe ser no solo honrado, sino que hay que parecerlo. Todo lo demás son piedras en el camino que al pasar el tiempo se vuelven en trampas hacia uno mismo. Tener un error y rectificar puede ser el principio de una nueva oportunidad; persistir en ese error es síntoma de reconocer que no estuvo en su capacidad aceptar tal falta. La ética y la moral nos enseñan a diferenciar lo que podemos hacer, a dónde llegar y a no propasar la fina línea que divide ambos conceptos.
Cuantas más disculpas aporte este caso más incrédulos se volverán sus votantes. El tiempo pone a cada uno en su sitio y moral y ética van unidas en un mismo camino.

Ética y moral

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