Auge y caída del Banco Popular

Hace solo unos pocos años el Banco Popular era o al menos estaba considerado como uno de los más solventes de España y sometido a la tranquilidad del mercado en su negocio bancario, sin los vaivenes de las inversiones dubitativas de los mercados emergentes, como acontecía con la mayoría de sus competidores. Sus acciones gozaban de gran tranquilidad y los inversores consideraban segura su inversión como accionistas; con jugosos rendimientos por dividendo, sus títulos llegaron a pasar de los diez euros, la cotización más elevada que se recuerda en su historia reciente.
Nada hacía presagiar lo que estos días ha sucedido con una entidad casi centenaria, que no hace mucho había adquirido a su competidor el Banco Pastor, lo que se intuía como una buena inversión para emprender de nuevo el vuelo, después del fiasco del ladrillo, que acabó con la acción en 0,30 euros, lo cual hace suponer que sus 305.000 accionistas, de los cuales muchos tenían títulos a diez euros, han perdido un buen capital, al llevar a la quiebra a un banco por el que suspiraban hacerse con él sus competidores.
De modo que el Santander con un euro simbólico se hizo con la codiciada presa, la perla bancaria, como se la conocía hace apenas diez años. Ahora bien que ha podido suceder para que el mejor banco hasta antes del estallido de la burbuja del ladrillo haya saltado por los aires, como lo hiciese el americano Lehman Brothers. Lo que nadie sospechaba que pudiese acontecer, sucedió.
A estas alturas, se cierne un montón de dudas de cómo se llegó a este punto y las circunstancias de los errores cometidos por la cúpula directiva que llevó al banco a la quiebra y la posible liquidación de sus activos, entre los que están el Pastor y su fundación, que corre riesgo de desaparición. Todo dependerá de cómo se vayan desarrollando los acontecimientos. Pero las plantillas de estas entidades tienen un futuro incierto y motivos para la preocupación.
Ahora habrá que investigar las causas por los cuales se ha llegado a esta situación y estar alerta ante la posible caída de otras entidades que de alguna manera tengan relación con el grupo quebrado y puedan avecinarse nuevas quiebras que podrían dejar al sistema bancario al borde de un colapso.
Esto denota que la subida hasta la cima requiere trabajo de equipo. Cuando se llega a lo alto y no se toman las medidas para que nada inquiete la situación y se relaja la perspectiva de la entidad, la caída puede ser fatal, lo que en parte le ha ocurrido al Popular, como puede acontecer a cualquier otra entidad de mayor impacto. El papel del Banco de España no está nada claro. Como ya había acontecido en plena burbuja inmobiliaria en la cual esta entidad no se enteró de lo que estaba pasando cuando era “vox pópuli” y el sistema acabó naufragando. Ahora los perjudicados son 305.000 accionistas que perdieron su capital, de modo que le toca a la Justicia esclarecer las causas que han provocado esta confusa situación. 

 

 

Auge y caída del Banco Popular

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