La resaca navideña

Los reyes bien, gracias. Este año, como todos, he sido, más que buena, cuasi santa. Por eso me han traído muchas cosas. Hasta me han regalado, ya lo sé, lo mejor de lo que resta de 2020. Yo me entiendo. Eso sí, ya empiezo el año con pufo porque he tenido varias cenas de amigos, más regalos que hacer y claro, así no se puede. El bolsillo mal, el hígado peor. No remonto señores...

Yo soy muy fiestera pero agradezco lo que no está escrito que se acaben estas fechas de vorágine en donde todo es muy obligatorio y aún encima embotellado, sin tregua. ¡Si a mi para salir no me hacen falta efemérides bíblicas! Un sábado cualquiera partimos la pana sin motivo aparente y tan panchos. 

Eso sí, en el curro no me dan tregua porque ahora vienen las rebajas y esto es un alabar a la Virgen. ¡Cuanta gafa de sol se regala en enero oigan! Y de verdad que yo miro al cielo y no lo veo claro... nunca mejor dicho.

Además, lo de abrir los centros comerciales en domingo me parece de lo más ruin. La gente viene a comprar, con una declaración de principios por delante, cuyo argumentario cae por si solo. ¿De qué me sirve que te solidarices conmigo diciendo que esto es una explotación si tú mismo eres quien lo alimenta? Yo a lo largo de mis años de trabajo he tenido horarios de todo tipo y nunca he necesitado comprar en el día del Señor, porque ese se hizo para descansar. Para que descansemos todos, no sólo unos pocos. Así que no me vengas excusándote bajo eso de que “no tengo casi huecos libres”. Asume que eres un comprador indecente y todos contentos. Al menos, la verdad por delante. Eso sí, ojalá poder ir a molestarte en el peor día de curro que tengas, sólo sea por cierta justicia existencial.

Pero sin más, señores, sonriamos que ya queda poco para el final de este túnel, ya casi vemos la luz. La mía particularmente son, como no podía ser de otra forma, el comienzo de los ensayos de Semana Santa. Empiezo a darles mi turra particular. No me lo tengan muy en cuenta. ¡Salud! 

La resaca navideña

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