La publi... otro rollo

Parece que no, pero es cierto, la publicidad, que de eso quiero hablarles, molesta lo suyo y más, pero estamos tan acostumbrados a su azote que apenas nos enteramos. A mí me gusta por eso, porque yo soy muy “hater” y molestar al personal es lo que más me va. De verdad. Malísima que soy. Pero como también soy generosa, les voy a dar pistas de varias situaciones molestas a rabiar, que la publicidad provoca. Y a ver, que las viven ustedes cada día, que no es esto nada nuevo, pero es que a veces las cosas hay que ponerlas delante de los ojos hasta que se nos abre la boca de asombro. Bueno, tal vez sea un poquito exagerado, pero a mí en este periódico me lo permiten (casi) todo...
Pero vamos al tema. Imagínense la estampa: En plena película, cuando todos están en un sinvivir por saber quién mató a Mary Jane, entra la publicidad en escena para recordarles que con una sola gota de fairy se lavaron todos los platos de Villarriba y Villabajo. A ver, vamos a fijarnos, dato importantísimo… Ahí tenemos el cuadro del anuncio frente al percal que tiene la tal Mari Juani, y es que eso de que te hayan pegado un tiro está sobrevalorado …
Vamos con otro caso verídico y cotidiano… A punto de regresar al calor del hogar, después de un duro día, entras en tu portal y empiezas a abrirte paso entre tooooodooooosss los folletos publicitarios que te dejan los comercios del barrio. ¡Menuda salsa! La pescadilla de gadis, venta urgente de colchones, el del kebab ahora te ofrece 2x1, “ya es invierno en elcorteinglés” y así cientos y cientos de papelotes que dejan del mismo anunciante. Generosa cantidad de folletos, folletitos y folletones. Un follón, vamos. 
Luchas, claro, por llegar hasta el ascensor haciendo más esfuerzos que los de humor amarillo y para cuando llegas a tu piso, sobre el felpudo… las páginas amarillas.
¿Qué no les llega con esto?. Tranquilos, hay más… Eso de ir por la calle, apurando mucho el paso porque ese día no sonó el despertador y, en medio de la acera, un emisario del diablo con cien brazos repartiendo papelitos de “maestro Sao Joao, espiritismo y males de ojo”. Así a diestro y siniestro. Que no se deja el hombre un alma sin acosar.
¡Algunos no parecen todavía convencidos, eh! Reflexionen acerca del dineral que nos gastamos, tan tontamente, en cosas que no necesitamos pero que “los de los anuncios” nos convencen de que sí: los yogures “vendehumo” para ir bien al baño, la colonia con la que lo vas a partir en tu próxima cita y lloverán caramelos, el seguro que te va a cubrir hasta los gastos del entierro de tu hámster, o una entrada para el concierto de tal cantante que te gusta muchísimo, pero al que vas a ver sólo desde lejos…
Todo esto sin nombrar que la gente elegida para rodar los anuncios es estéticamente perfecta o parece sacada de un correccional. ¡Vaya extremos!
Vamos, que la publicidad se ha creado para engañarnos, vendernos, manipularnos y coaccionarnos. ¡Ay, pero por qué no me habré dedicado yo a esto con lo bien que lo iba a pasar!
 

La publi... otro rollo

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