hace unos días, el 20 de diciembre para ser exactos

hace unos días, el 20 de diciembre para ser exactos, se cumplía el centenario del estreno de la obra de Muñoz Seca, “La Venganza de don Mendo”. Y ustedes dirán: “Qué fijación tiene esta muchacha con las fechas, ¿para qué nos cuenta todo esto?” Pues les explico... Es algo absolutamente determinante en mi vida. En aquellas épocas en las que la tecnología avanzaba, pero no tanto como ahora, todavía manteníamos esa costumbre de grabar emisiones de la televisión en cintas de VHS, y así podíamos verlas una y otra vez hasta el hartazgo. Como un Netflix, pero ocupando muchísimo más espacio físico. Porque el tamaño de una cinta nos sale por lo mismo que un ladrillo de buen calibre. Un lío, vamos, pero era lo que había. Nunca a peor. Y por entonces, en mi casa se grababan infinidad de programas culturales, películas, obras de teatro, etc. Recuerdo que, a pesar de que yo era una niña que ya por entonces tragaba mucho cine antiguo y mucho rollito cultural en general sin poner ni un ápice de impedimento, con esta obra me surgió una reticencia incomprensible y desde que la grabamos hasta que la vi, pasaron unas cuantas semanas y cada vez que llegaba el finde mi padre me decía que por qué no la veíamos, y yo erre que erre que no, que otro día, que ya si eso... ¡Qué mala idea Irene, lo que te habrías perdido! Menos mal que un día cedí y me caí con todo el equipo. ¡Me encantó! De principio a fin. Me hizo reír muchísimo y desde entonces la he visto tantas veces, que ya he perdido la cuenta. He leído hasta el texto teatral original y esas palabras han pasado tantas veces por mi cabeza que prácticamente me la sé entera. Igual me pierdo una línea, dos si cabe, pero podría hacer yo solita todos los personajes y montar un show que no vean. Siempre le digo a mi amigo Fernando, director de teatro, que deberíamos de representarla un año de estos. El pobre queda alucinado cuando llevo diez minutos seguidos oyéndome declamar. A mí hay que quererme con mis cosas, está claro. También he de reconocer que esta obsesión mía está absoluta y totalmente ligada al Don Mendo de Fernán Gómez. Sé que otros grandes lo han hecho y todo mi respeto a las interpretaciones de Gómez Bur o Sazatornil, por ejemplo, pero es que Don Fernando... lo bordó muy por encima, lo siento, esto es así. Creo que no hay mejor tributo que el que él le dio a esta pieza y yo tengo que seguirlo porque es lo que me dicta el corazón y el recuerdo desde siempre. Ojo, que en mi friquismo más absoluto del tema, me he visto hasta versiones en directo -penosas por cierto- así que tengo toda la fuerza moral para defender esta postura. Eso sí, el mérito interpretativo no sería nada si el texto en cuestión no fuese tan abrumadoramente brillante. No hay parte que no sea mordaz, inteligente, cómica hasta el extremo y con un despliegue de escenas impecable. Por eso ha llegado hasta aquí. Por eso ha traspasado generaciones y aún hoy se sube a los escenarios para llegar a un público que, todavía, no ha tenido la suerte de conocerla. Al señor Muñoz Seca, allá donde esté, gracias. Porque como bien dijo mientras encaraba un fusil antes de morir: “podréis quitarme hasta la vida, pero sólo hay una cosa que nunca podréis quitarme, el miedo que tengo”. Y a nosotros, gracias a su obra, lo que nunca podrán quitarnos es la risa. Este, es su legado. Esta es, su venganza. 

hace unos días, el 20 de diciembre para ser exactos

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