Un verano diferente pero que no sea peor

karl Popper inició un a de sus conferencias diciendo que “el futuro está abierto de par en par”. Como ahora. Aunque también podríamos decir todo lo contrario, el futuro es como un túnel oscuro aparentemente sin salida. Cerrado a cal y canto. Salida hay, o eso deseamos todos, pero va a costar encontrarla. De momento, la Unión Europa, que se está jugando su futuro como tal, trata de llegar a un acuerdo para dar en torno a 750.000 millones de euros en subsidios -500.000 como donación y 250.000 en préstamos- a los países que más han sufrido la crisis. No va a ser fácil porque los países que ponen el dinero -no el de sus Gobiernos sino el de sus ciudadanos- exigen rigor y medidas. Garantías de fiabilidad. Y no las tienen todas consigo porque esta no es la primera crisis sino la segunda en menos de quince años, y algunos países, entre ellos la España de Zapatero, malgastaron el dinero que recibieron.
Sánchez ha dicho, aunque ya está bajando el tono, que “la Unión Europea está obligada a ayudar a los ciudadanos que sufren la pandemia”. Y tiene razón. Pero quien pone el dinero, para no recobrarlo, tiene derecho a poner condiciones. La primera, que no se malgaste. La segunda, que se hagan reformas para que no tengan que ser siempre unos los que ponen el dinero y siempre los mismos los que lo reclaman. La suma de Sánchez con Iglesias no da ninguna confianza a los países europeos.
La vicepresidenta de la Comisión Europea, Margrethe Vestager ha dicho que “en política tienes que aprender lo antes posible que no puedes hacer las cosas a tu manera. Es fundamental renunciar a la convicción de que está siempre en lo cierto y de que todas tus decisiones se apoyan en argumentos irrebatibles. Que te des cuenta de que no puedes cambiar nada sin contar con los que no están de acuerdo contigo”.
¿Estaba pensando Vestager en Pedro Sánchez cuando decía estas palabras? No lo sé, pero el presidente español ha ido a pedir su apoyo al PP europeo, con Angela Merkel a la cabeza, pero desde primeros de mayo no ha tenido ni una sola conversación con su líder en España, Pablo Casado y ha declarado que no quiere un pacto con el PP. Con esas garantías, la confianza de Europa en el Gobierno de Sánchez es escasa. Y lo seguirá siendo. Y las condiciones que ponga serán más duras que si hubiera un acuerdo -no sumisión, pacto- con el PP.
Este verano raro de las mascarillas hasta en la playa, de rebrotes graves en muchos puntos de la geografía española, con lamentable actuación de algunas autoridades y con ciudades enteras de nuevo confinadas, de falta de rastreadores en muchas comunidades autónomas, de miedo a lo que puede venir -en lo sanitario, en lo social, en lo económico y en lo político- debería sacar lo mejor de nosotros mismos. 
Pero no siempre sucede. Hay muchos pueblos y ciudades que han suspendido sus fiestas por responsabilidad, pero hay otros lugares en los que algunos hosteleros irresponsables convocan los “martes locos” y atraen masas de gentes, multiplicando el peligro. Hay una mayoría de ciudadanos que están cumpliendo las medidas a rajatabla, pero hay otros, nacionales y extranjeros, que se las saltan todas. El esfuerzo de los sanitarios y el de todos los ciudadanos no puede haber sido en vano. Hay que llamar a la responsabilidad individual y colectiva. Para que ni el verano ni el otoño que viene puedan ser otra pesadilla. Y para eso hace falta consenso también entre los políticos y sinceridad con los ciudadanos.  

Un verano diferente pero que no sea peor

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