Reloj, no marques las horas...

Que dicen los europeos que han respondido a una consulta de la UE -o sea, ni el cinco por ciento de los más de quinientos millones de habitantes del Viejo Continente- que no quieren mantener esto del horario de verano y de invierno. Mejor, en general, mantener el de verano y nada de andar adelantando o retrasando el reloj. 
A Alemania le interesa, por sus características económicas, seguir con la dualidad, y los demás países se encogen de hombros y se remiten a los resultados de esta extraña encuesta. Para terminar de liarla, llega Borrell, ministro de Asuntos Exteriores de España, y dice que seguramente nuestro país necesite un huso horario propio, dada nuestra posición geográfica. Claro, y que muchos turistas llegan y consumen bebidas por la noche; y que somos una nación de bares y jarana, más que de madrugar, según dicen los tópicos.
Uno, la verdad, prefiere tener la misma hora todo el año, y así nos evitamos andar poniendo en hora el reloj de muñeca, el del móvil, el del ordenador, el del coche... Somos esclavos de la hora, así que mejor tener un solo señor inmutable; seguro que dejaríamos atrás muchos líos que te suceden cuando te olvidas de que ha habido que adelantar (o atrasar) una hora el reloj y, entonces, llegas demasiado tarde/demasiado pronto a tu cita decisiva. Porque, en el fondo, toda cita es decisiva. Y nunca acabas de acordarte de si en Portugal es una ora más tarde o más pronto y todo son, entonces, trapisondas.
Deberíamos considerar esto del tiempo con mayor relativismo. Al fin y al cabo, incluso los relojes parados dan la hora exacta dos veces al día. Y, ya que estamos, le advierto a usted que me parece bien lo de consultar a los habitantes de la Unión Europea sobre la cuestión. Lo que me parece triste es que temas de mucha mayor enjundia y trascendencia no se sometan al veredicto de los ciudadanos (lo admito: me gusta votar y que me pregunten): homologación de impuestos europeos, inmigración, medio ambiente... Pero no: de eso se quieren ocupar en exclusiva nuestros políticos, y mire usted la que están montando.
Lo de la hora, al fin y al cabo, es, bien se ve, algo subjetivo. Y de la ambigüedad e inseguridad en las manifestaciones de nuestros gobernantes no puede usted esperar mayores precisiones: lo que los votantes prefieran. Al menos, hasta después de las elecciones.

Reloj, no marques las horas...

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