Un dilema

Ni el cine acabó con el teatro ni la televisión con la radio, pero a poco que se descuiden Pablo Casado y Albert Rivera con la sobreactuación que se traen a cuenta de los acuerdos para formalizar un cambio de gobierno en Andalucía, Susana Díaz les puede acabar madrugando la merienda vía repetición de elecciones. 
Para que esta opción pudiera prosperar el PSOE solo necesitaría que Ciudadanos se enroque en el rechazo al apoyo parlamentario de Vox al gobierno de coalición que están negociando con los populares. En una hipotética segunda vuelta, la abstención de muchos votantes socialistas el pasado 2 de diciembre quedaría corregida.
A Ciudadanos le persigue cierta fama (mala) de ambigüedad. Nació socialdemócrata para después pasarse al liberalismo sin que dicho tránsito fuera el resultado de algún tipo de exigencia histórica como lo fue en su día y de la mano de Felipe González la polémica pero más que acertada renuncia del PSOE al marxismo. Del zigzag practicado por Rivera en anteriores ocasiones nace el desconcierto de algunos seguidores de Ciudadanos ante la tardanza en despejar el dilema de aceptar o no el apoyo parlamentario de Vox. La política es darwinista y sobreviven quienes se adaptan.
Mariano Rajoy seguiría en La Moncloa si el Pedro Sánchez, que aceptó como compañeros de viaje en la moción de censura a quienes le auparon hasta la Presidencia del Gobierno, hubiera tenido los escrúpulos políticos que manifiesta 
Albert Rivera a la hora de aceptar los votos de Vox en el Parlamento andaluz. Rivera –que está pensando en la próximas elecciones– debe escoger entre los escrúpulos y el lado práctico de las cosas. Pocos entenderían que tras 36 años de gobierno socialista el PSOE retuviera la llave del palacio de San Telmo porque Ciudadanos en el último minuto frustrara el pacto con el PP andaluz.

Un dilema

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