Juntos, sin miedo

untos, sin miedo”. El coronavirus es un enemigo débil si lo combatimos juntos el personal sanitario y los ciudadanos”. Este voluntarioso lema ha encontrado eco en la sociedad italiana. La gran mayoría de los españoles lo suscribiríamos a condición de añadir algo más: juntos, sí, pero con otra clase de políticos. En esta etapa de la vida española no estamos teniendo suerte. A la incompetencia de las autoridades estatales, se une la deslealtad de algunos dirigentes autonómicos. No todos, hay que decirlo. Pero ahí está Quim Torra, el presidente de la Generalitat, que no pierde ocasión para erosionar la imagen de España a través de los medios internacionales mientras que su colega el lehendakari Íñigo Urkullu rezonga por la presencia de los soldados de la UME, ¡que están en Vizcaya desinfectando el aeropuerto de Bilbao! Dice que el País Vasco tiene medios suficientes y lo dice mes y medio después del hundimiento del vertedero de Zaldíbar y siguen sin localizar los cuerpos de los dos trabajadores que quedaron atrapados. Y, qué decir del presidente Pedro Sánchez que lleva cuatro comparecencias televisivas anunciando la adquisición de los vitales test detectores de contagio que todavía siguen esperando en gran parte de los hospitales donde médicos y demás personal sanitario está combatiendo la enfermedad con altísimo riesgo personal.

Juntos estamos y así queremos seguir la mayoría de los españoles que soportamos con estoicismo el confinamiento doméstico. Pero hay que decir que las cosas podrían haberse hecho de otra manera. Empezando por reconocer que pese a la evidencia de lo que estaba pasando primero en China y después en Italia, aquí las autoridades dejaron pasar los días llegando incluso a argumentar que la cosa no era para tanto. Que el coronavirus pasaría como una gripe más. Al exceso de confianza se unió algo peor: la estulticia inductora de un cálculo político encaminada a proteger la celebración de las marchas feministas del 8M que eran el mantra ideológico del momento en el Gobierno.

Antes del 8 de marzo, el Ejecutivo ya conocía las recomendaciones de las autoridades sanitarias europeas. De hecho, tres días antes de las manifestaciones desaconsejaron la celebración de congresos de médicos. El día 7 de marzo ya se habían producido 589 contagiados y 13 personas habían muerto víctimas de un virus que se contagia por la cercanía entre personas. Al día siguiente de la manifestación fueron 123 los fallecidos y más de 1.200 los contagiados. Quince días después, ya son 2.182 los muertos y 33.089 los infectados. Juntos, sí. Pero sin ocultar los hechos.

Juntos, sin miedo

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