El discurso del rey

Podía haberlo dicho más alto, pero no más claro. El rey, en una intervención que quedará para la Historia, al denunciar la deslealtad de los gobernantes de la Generalitat empeñados como están en seguir adelante con su proceso de sedición ha emplazado a los poderes del Estado a defender las legalidad que emana de la Constitución. El Gobierno y el Tribunal Constitucional son poderes del Estado. En manos del Alto Tribunal está la potestad de sancionar a quienes incumplen sus resoluciones. Sería el caso de Puigdemont, por haber mantenido la convocatoria del referéndum en abierto desacato al TC que había declarado ilegal al consulta.
Este tribunal, ¿podría inhabilitar al sedicioso presidente de la Generalitat? La respuesta es afirmativa. ¿Por qué no lo ha hecho? ¿A qué espera? Tal vez a qué vaya a perpetrar un nuevo y gravísimo acto de sedición que podría ser la declaración de independencia? Si fuera esa la razón para la demora en la sanción, ¿estaría justificado el retraso? Visto que Puigdemont piensa hacerlo, ¿no sería lógico proceder cuanto antes evitando o cuando menos dificultando el proceso de sedición?
Como quedó dicho, aunque es una obviedad, conviene recordar que el Gobierno es otro de los poderes del Estado y como tal debería estar actuando para frenar la deriva secesionista que cada día toma nuevo impulso y cobra más fuerza. Pudiendo haber aplicado el artículo 155 de la Constitución que permite intervenir una comunidad autónoma cuando sus autoridades incumplieren gravemente sus obligaciones (como es el caso de Cataluña), ¿por qué no lo ha hecho? ¿Por qué no intervino tras la convocatoria (ilegal) del referéndum? O cuando el Parlament, vulnerando la Constitución y el Estatut aprobó las llamadas leyes de desconexión? Pues esa es la cuestión.
Porque en el Gobierno prima la cautela sobre la determinación y la duda sobre la decisión. El PP tiene mayoría en el Senado. Podría, pues, sacar adelante en solitario el respaldo exigido por la ley para aplicar el mencionado artículo. Pero dudan. Esperan a contar con el apoyo de otra fuerzas. En realidad, esperan a un PSOE cuyo líder, Pedro Sánchez, a su vez, también duda y cambia con frecuencia de opinión. En estas manos estamos. Mientras tanto, los secesionistas van a la suyo. Cada hora que pasa sin frenar su carrera hacia la sedición, es una derrota del Estado democrático. Vista así la situación, quizá habría que volver a pasar por la televisión el discurso del rey. Más que nada para ver si unos y otros toman nota. 

El discurso del rey

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