El canto del cisne

ciudadanos, que pudo haber sido la bisagra política que habría evitado el actual Gobierno de coalición entre el PSOE y Podemos, se apresta a entronizar a Inés Arrimadas como líder del partido. Arrimadas es el mejor activo de este partido hoy parlamentariamente demediado. La habilidad dialéctica y su pericia oratoria son algunas de las cualidades que han hecho de esta dirigente nacida en Cataluña una de las figuras más conocidas de nuestro retablo político. Con ella como cabeza de lista Ciudadanos llegó a ser el partido más votado en las elecciones autonómicas celebradas en 2015. Fueron sus días de gloria. Pero aquél triunfo no pudo impedir que la alianza de los partidos separatistas lograra en el “Parlament” la mayoría que desafiando la legalidad desembocó en el dislate de la proclamación de la República catalana. Un proceso sedicioso frente al que Ciudadanos solo supo oponer los discursos fogosos de Arrimadas. Pero no dio el paso de presentar una moción de censura -que habría perdido en términos aritméticos pero ganado en valor político-. Ahí empezó la decadencia del partido naranja aunque el salto a la política nacional y su notable resultado en las elecciones generales enmascaró el mal de fondo que acarrearía la decadencia actual que apuntan las encuestas. El mal al que me refiero en ciencia política tiene nombre: cesarismo. Un partido hecho a la medida de la voluntad de un líder que se hace rodear de fieles que no se atreven a llevarle la contraria. El mismo Albert Rivera que había llevado al partido a la cumbre fue el principal artífice de su caída en el abismo al modificar el eje de centro-izquierda del que procedía el impulso fundacional del partido creyendo que podía reemplazar al PP en el liderazgo de la derecha española. Por eso se negó a pactar con un Pedro Sánchez a quien por estar desprovisto de todo principio ajeno a sus ambiciones de poder le habría hecho socio de gobierno con tal de asegurarse la llave de La Moncloa.
Fue Pablo Iglesias quien aprovecho el guiño del destino. En aquel error fruto de la “hibrys”, Rivera no estuvo solo. Inés Arrimadas secundó aquella estrategia suicida. Camino de heredar el liderazgo del partido, el suyo será el canto del cisne. Nadie discute su valía personal, ni sus dotes oratorias, pero todo hace pensar que a juzgar por lo que indican las encuestas tanto en el País Vasco como en Galicia y, por desgracia, también Cataluña, Ciudadanos ha emprendido el camino de la irrelevancia.

El canto del cisne

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