Cuenta atrás

Amenos de treinta días del referéndum (ilegal) que anuncia el Gobierno de la Generalitat de Cataluña y en puertas de las movilizaciones abiertamente independentistas de la Diada ( 11 de septiembre) entramos en un período que se caracteriza por una notable incertidumbre política no exenta de inquietud en el caso concreto de los ciudadanos catalanes afectos a España.
Es mucho lo que está en juego. Los separatistas dominan la propaganda y la calle. Las autoridades autonómicas catalanas –traicionando el mandato constitucional– se han constituido en vanguardia de la subversión. De sus actos en los próximos días puede derivarse el definitivo e incontrolable enrarecimiento de la vida política en Cataluña.
Su desafío al Tribunal Constitucional y el anuncio de que no acatarán sus resoluciones les colocará fuera de la ley obligando al Alto Tribunal a aplicar las medidas coercitivas previstas en nuestro ordenamiento legal vigente y, en su caso, al Gobierno de España, a intervenir para garantizar la seguridad y los derechos de todos los ciudadanos residentes en Cataluña.
Tengo escrito que el desenlace del desafío del referéndum ilegal del 1 de octubre que anuncian los separatistas será un test de altísimo significado; una encrucijada política y social explosiva capaz de llevarse por delante lo que no está escrito.
Ojalá me equivoque. Pero vistos los prolegómenos y cómo están calentando el ambiente las organizaciones independentistas (Assemblea Nacional Catalana, Òmmium Cultural y la Associació de Municipis per la Independència) y cuál es la actitud (abiertamente subversiva y filibustera) de los partidos separatistas representados en el Parlament con su presidenta, la señora Forcadell, a la cabeza, no me sorprendería que todo este proceso, ya en fase de aceleración, desembocara en un acto de desacato global escenificado con la ocupación física de uno o varios lugares simbólicos de Barcelona. Ocupación con llamada a la prensa extranjera. A la manera de la revuelta de la plaza Maidan en Kiev. La revuelta de que propició el golpe de Estado que cambió la historia reciente de Ucrania.

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