Agazapado

El ciudadano Rajoy permanece agazapado, a la espera del momento en el que el PSOE facilite con su abstención la investidura presidencial. En ninguna parte está escrito que la política sea un reino en el que reina la justicia. En el caso que nos ocupa los titulares de la prensa reflejan en paralelo la guerra civil que está destrozando al PSOE, la ataraxia de Rajoy, el sesteo de los dirigentes del PP y las escandalosas confesiones de Francisco Correa, cabecilla de la trama de corruptores del caso Gürtel.
Es el mundo al revés. La corrupción no paga precio político. Obtiene indulto en las urnas de la mano de los votantes conservadores mientras que la compleja sicología de los militantes que se proclaman de izquierdas opta por la división y el enfrentamiento. De esa atracción por el abismo y en el caso del PSOE por obra de la errada estrategia seguida por Pedro Sánchez, Rajoy saca premio y provecho. 
Un Rajoy al que en otro país con otra tradición de exigencias éticas, habrían colocado contra las cuerdas las revelaciones de Correa al ponerle fechas y circunstancias a las corrupciones fraguadas en Génova. Decir que apenas recordaba a Correa, el correveidile de las campañas electorales y otros eventos del PP durante una década, no se sostiene. Tras aquél revelador “Luis, sé fuerte...”, mensaje enviado el día que detuvieron a Bárcenas, también cuesta creer que Bárcenas era un “outsider” que amasaba millones a espaldas del partido. Pese a que tiene la investidura en la punta de los dedos es por estas sombras por las que Rajoy permanece agazapado.

Agazapado

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