Sin atajos

Hay cosas que a primera vista no se entienden, parecen incluso incomprensibles. Sin embargo, son parte de una reacción levantisca contra lo que está sucediendo a nuestro alrededor. 
El ascenso meteórico de Vox responde un poco a esa dinámica. La mayoría de los políticos de izquierdas, incluso algunos de derechas, no se han recuperado todavía del “shock” que les produjo el resultado de las elecciones andaluzas. No entienden que un partido de extrema derecha, fascista según algunos, haya obtenido 12 diputados.
Pero antes que nada –y por higiene mental– es necesario aclarar lo que es un partido fascista y uno de extrema derecha, porque en este país se tiende a confundir esos términos. Y no son lo mismo. 
Para empezar, un partido fascista apuesta por un proyecto social, económico y político que lo aleja de cualquier partido de derechas. Su proyecto es la construcción de un Estado corporativista, unipartidista, con algunos componentes socialistas, y con una estructura jerárquica basada en un poder dictatorial, vertical y centralizado; en otras palabras, es un proyecto social y político de orden totalitario. 
Sin embargo, un partido de extrema derecha –aunque pueden existir puntos coincidentes– dista de proponer ese tipo de régimen. Primero, porque su ideal económico sigue siendo el neoliberal, con algún toque populista para disfrazarlo. Y segundo, porque sigue aceptando el pluralismo político, al menos en principio. El fascismo ni siquiera lo contempla.
Por otro lado, no todos los partidos de extrema derecha son iguales. Por ejemplo, no es lo mismo la ultraderecha española que la francesa, porque la gabacha es republicana. Y, además, porque está influenciada por los valores de la Revolución de 1879 y los de la V República, lo que marca una diferencia importante con la española.
Pero dejemos esas explicaciones para mejor ocasión y centrémonos en Vox. Hay que reconocer que dio la campanada en Andalucía. Nadie lo esperaba. Se podía barajar la posibilidad de que los socialistas perdieran allí el poder pero no lo que ocurrió. 
¿Razones? Muchas. Hay gente que está irritada, furiosa, rebotada, que cree que las cosas se están embarullando cada día más en este país. Por consiguiente, la masa crítica sigue creciendo, incluso entre personas que se consideran a sí mismas de izquierdas. 
Hay gente que no comprende lo que ocurre en Cataluña, que empieza a sentirse cansada de ese tira y afloja político de parte de unos y de otros, que está harta de que se juegue con consignas, símbolos y emociones para llevar el agua al molino de cada cual. 
También la inmigración está contribuyendo a esa irritación. Puesto que muchos creen sinceramente que estamos siendo “invadidos” por hordas de musulmanes y que debemos enfrentarlos en una suerte de batalla de Guadalete, como hizo el rey godo Rodrigo en el año 711.
También existe cierta decepción con la nueva izquierda, porque la ven dividida y enfrentada por los cargos. Y mucha rabia contenida contra la vieja, porque se ha vendido al neoliberalismo más rancio e indecente. 
La corrupción es otro factor. La mayoría no cree que sea posible adecentar la vida pública de este país, sobre todo a corto plazo. Y eso está produciendo un gran desasosiego en las clases bajas. 
Sin duda, hay un sinfín de causas que están abonando el terreno para el crecimiento de la extrema derecha. Y no solo aquí –que recién empieza–, sino en casi toda Europa. Obreros que antes votaban en Francia a la izquierda comunista lo están haciendo ahora a Marine Le Pen, lo cual era impensable hace unos años; y el malestar gabacho lo podemos ver estos días con las protestas de los “chalecos amarillos”. 
Todo ello es parte de un descontento generalizado, que cada día se hace más profundo y visible en nuestras sociedades occidentales. Y lo que sucede fuera tiene repercusión en la política nacional, pues hizo que la ultraderecha se decidiera a fundar su propio partido y ponerse en marcha. 
Está claro que hay un sector social creciente desencantado, y que, además, está decidido a votar por cambios radicales para ver qué pasa. Negarlo no resolverá nada.
 

Sin atajos

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