Hoy no es ayer

Muchos opinan que la democracia está en crisis. Aunque uno cavila que lo que está en crisis son los valores democráticos. Y sin ellos es imposible mantener una convivencia política y social medianamente sana. 
Los principios que rigieron en el mundo occidental a partir de 1945 se terminaron en 1989. Debido al miedo de que todo cayera en manos del bolchevismo, las élites políticas y económicas trataran de mantener ciertas creencias y valores, además de hacer concesiones laborales y sociales –impensables hoy– con tal de frenar el avance del enemigo. Pero al desaparecer éste decidieron liquidarlas todas.
Después de la II Guerra Mundial el bipartidismo fue la construcción política dominante en Europa, turnándose en el poder conservadores y socialdemócratas. En ese período el proyecto de sociedad de ambos partidos era diferente. 
Pero todo cambió después de la caída del muro de Berlín. Fue a partir de ese momento cuando el poder empezó un proceso involucionista, rompiendo el contrato social y recuperando lo que había “concedido”.  
Y para dar fe de que las cosas no serían igual, apareció como una especie de escribano de los dioses Fukuyama, haciendo saber “urbi et orbi” que el acontecimiento berlinés marcaba el fin de la historia y que los partidos y las ideologías ya no eran relevantes. Dándonos a entender  que desde ese momento mandaría un solo dios: el mercado. Auxiliado por una corte de ángeles llamados técnicos y gestores. 
Fukuyama vino a decirnos que era irrelevante el partido que estuviera en el poder. Al fin y al cabo quién gobernaría serían los “técnicos”, ese grupo de gurús de la economía financiera al que los gobiernos tenían la  obligación de obedecer. 
Está demás decir que hoy entre conservadores y social-liberales (los nuevos socialistas)  no hay diferencias, más allá de las que puedan existir en las cuestiones de género, que son utilizadas como una cortina de humo para distraernos. Hoy en lo económico todos son neoliberales y globalizadores.  
El bipartidismo ya no ofrece nada, pero tampoco el multipartidismo si es de corte neoliberal. Pongamos por caso España. Parece ser que Ciudadanos –un partido que algunos dicen que fue creado por los alemanes– está subiendo como la espuma. Pero en el hipotético caso de que llegara a gobernar ¿cambiaría realmente algo?  
Ciudadanos, al igual que el PP o el PSOE, no ofrece nada nuevo. Lo que  podría marcar una leve diferencia de los demás, no mucha, a pesar de lo digan ciertos medios, es la propuesta de los de Iglesias. 
Pero ocurre que la posición que ellos mantuvieron en la cuestión catalana, además del afán desesperado que tienen por el poder, demostrado en sus luchas internas, ha debilitado mucho su credibilidad.  
En todo caso, ni la historia terminó, como nos aseguraba Fukuyama, ni la globalización podrá continuar planteándose en los términos originales, pues si no se modifica nos llevará directamente al desastre. Es cierto que es inevitable, pero para que llegue a buen puerto tendrá que ser una globalización que nos lleve a la inclusión. Y no una excluyente como la que tratan de imponernos.
Debido a la rapidez de los cambios, producto del avance tecnológico y de la aparición de fuerzas económicas que están haciendo temblar el poder occidental, hasta en el Club Bilderberg, que marcó desde 1945 la geopolítica occidental, empiezan a mostrar cierta preocupación. Lo cual es muy revelador.
Prueba de ello fueron las elecciones francesas, que al encontrarse los socialistas gabachos en caída libre y los conservadores sin posibilidades de ganar, de pronto, para evitar que algún “extraño” ocupara el Elíseo, se sacaron de la manga a un Macrón. Un polichinela hecho a medida de los intereses del club. Lo que demuestra la existencia de un cierto nerviosismo. 
Para finalizar, no hay que olvidar que los de a pie tenemos la última palabra, lo cual significa mucho. También es importante señalar que votar a un corrupto, a sabiendas,  es contribuir a la destrucción de la convivencia. 
Llegados a este punto ya no sería un problema del corrupto, sino del ciudadano que lo avala. Serían dos corruptos. 
 

Hoy no es ayer

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