El puzzle ruso

ace unos días un político ruso, un tal Semyon Baghdasarov, dijo que Rusia siempre fue una nación imperial, ya fuera durante la época del Imperio Ruso o en los tiempos de la URSS, y que, por lo tanto, debería volver a los “valores” imperiales. Palabras fuertes.

En todo caso, hablar de Rusia es siempre muy complicado. Su política se parece un poco a  la matrioshka, su famosa muñeca,  que al desarmarla van apareciendo otras. Y eso  desconcierta al más pintado. Por otro lado, hay mucha desinformación, tanto por parte rusa como del lado occidental, lo cual hace más difícil pronosticar hacia donde se dirige ese país eslavo.

Algunos analistas afirman que transita hacia nuevas formas imperiales, alegando que la actual cultura rusa está combinando elementos del imperio de los zares con otros de la era soviética. Teniendo en consideración que allí la mayoría de la gente no reniega del pasado, cualquiera que siga el acontecer interno del mundo ruso se dará cuenta enseguida de que están poniendo en valor lo que ellos consideran positivo de ambas épocas.  

Pero dicho esto, hay politólogos y estrategas geopolíticos que afirman que la gran equivocación cometida por Occidente fue haber expandido la OTAN hacia el Este, rompiendo así la palabra que los líderes occidentales le habían dado a Gorbachov en 1990. Eso hizo que las élites nacionalistas rusas repensaran su política europea, reorientándola hacia China.

La realidad es que Rusia es un país demasiado complejo para saber con certeza lo que está sucediendo o lo que va a suceder. Hay cosas que resultan cuando menos curiosas, como por ejemplo ver a Vladimir Zhirinovski, líder del Partido  Liberal Democrático, un partido que algunos tachan de extrema derecha, sentado al lado del líder de los comunistas rusos, Gennadi  Ziugánov. Casualidad o no, casi siempre aparecen juntos cuando el presidente ruso reúne en el salón de actos del Kremlin a todos los diputados de la Duma.

Otra cosa que sorprende mucho es que sigue aumentando el número de jóvenes entre 18  y 24 años que sienten una fuerte admiración por la URSS. Es curioso, están idealizando una época sin haber vivido en ella, como dijo una socióloga. Un dato que por cierto está preocupando a mucha gente.

Pero más allá de estas curiosidades, no deja de ser apresurado aventurar un salto imperial de Rusia. Lo que sí es cierto, es que su influencia en el mundo, bien sea por su pacto estratégico con China o bien por su propia dinámica interna de desarrollo, quizá sea ambas cosas, sigue creciendo y fortaleciéndose.

Se dice que las sanciones económicas impuestas por Barack Obama, por la anexión de Crimea, les favoreció, puesto que fue a partir de ellas cuando optaron por recuperar muchas de las industrias desmanteladas en la década de 1990, modernizándolas y creando otras nuevas. Además de haber puesto a toda máquina el complejo militar-industrial en el cual están consiguiendo resultados sorprendentes, especialmente en el campo de las armas hipersónicas y de la guerra electrónica.

Expertos geopolíticos también aseguran que otro de los grandes errores occidentales fue creer, después la caída de la URSS, que en Rusia solo quedaban materias primas y armas nucleares, con lo cual “sentenciaron” que era imposible su recuperación.

En todo caso, su pronta recuperación económica, sus avances en nanotecnología, comunicaciones, en el desarrollo de nuevos materiales, en la industria nuclear civil, la inteligencia artificial, por citar unos pocos ejemplos, han cogido con el paso cambiado a Occidente.

Lo cierto es que la “vuelta rusa” parece que vino para quedarse, como dijo una vez el ex ministro Josep Borrell.  Y, junto con el ascenso meteórico chino, está alterando el tablero de juego mundial, complicándole las cosas a Occidente. Los más pesimistas hablan incluso de la caída de este último.

Aunque también los hay que aseguran que Rusia, en su apuesta mundial, fue más allá de sus posibilidades. Afirmación que bien mirada se parece más a un deseo que a una realidad, porque no concuerda con lo que realmente está ocurriendo. En todo caso, no será cuestión de mucho tiempo para certificar una cosa o la otra

El puzzle ruso

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