El otro poder

La Biblia dice que nos amemos los unos a los otros. Lindo mensaje. Pero en las relaciones entre los estados no tiene demasiado eco ni espacio.

A veces ni siquiera lo tiene en la política. Decía el famoso militar prusiano, Carl von Clausewitz, que la guerra era la continuación de la política por otros medios. Y aunque sea una barbaridad sigue siéndolo, desgraciadamente. 

Esto viene a colación porque con frecuencia se dice que la fuerza de un país reside en su economía. Pero eso no deja de ser una certeza relativa, dado que en última instancia la fuerza real sigue radicando en el poder militar que posea. 

Uno entiende que hay personas a las que no les gusta escuchar estas cosas, incluso que les disgustan, entre ellas a este servidor, pero no por ello dejan de ser una realidad. Cerrar los ojos no cambia nada. Ojalá fuera el amor bíblico o el filial el que guiara las relaciones entre los pueblos. Pero no lo es.

Pero a lo íbamos. Se puede ser una gran potencia económica y al mismo tiempo ser una enana militar. El ejemplo lo tenemos muy cerca. La UE está considerada como una superpotencia económica –aunque esa realidad también está cambiando–, sin embargo, se podría decir que es irrelevante en el aspecto militar.

Otro ejemplo podría ser Japón. El país del sol naciente tiene un gran poder económico, no obstante, es también insignificante en lo militar. Tan es así, que no hace mucho, debido al reclamo que desde hace tiempo le lleva haciendo a Rusia sobre las islas Kuriles, el ministro de defensa nipón, Takeshi Iwaya, barajó en el parlamento la posibilidad de derribar los aviones militares rusos que se dirijan a las islas en disputa.

La respuesta de Moscú no se hizo esperar. Su representante del ministerio de defensa, un tal Konashenkov, dijo que percibían ese comentario sin ambigüedades, es decir, como una amenaza real. Puntualizando que si Tokio hiciera tal cosa implicaría por parte rusa una respuesta militar inmediata y demoledora contra todas las bases militares japonesas. Eso hizo que a los pocos días, con el fin de quitar hierro al asunto, el ministro japonés se disculpara ante Moscú.

Esto nos indica claramente que el poder económico por sí solo es incapaz de condicionar o doblegar a un gran poder geopolítico y militar. Eso no quiere decir que la fortaleza económica no sea importante, lo es y mucho. Pero no es menos cierto que esa fortaleza tiene las de perder ante un país que posea un potente y sofisticado complejo militar-industrial, como son los de USA, Rusia o China. Es más, ni siquiera hace falta estar en los primeros puestos económicos de salida para cambiar cualquier realidad.

Hoy en día una fuerza militar bien pertrechada a nivel tecnológico tiene mucho más peso “diplomático” que ningún poder económico por poderoso que éste sea. Lo que demuestra que este último, si no tiene detrás una estructura militar poderosa que le guarde las espaldas pasa a ser un gigante con pies de barro o un simple tigre de papel.

Por otro lado, todos sabemos que la investigación y la fabricación de armamentos fortalecen las economías de los países que están en ese negocio. Es una industria que mueve billones de dólares. Aunque con frecuencia el valor de los armamentos no se corresponde con su valor real, es decir, que los inflan con el objeto de que los fabricantes y los intermediarios obtengan grandes ganancias. 

Por eso una buena parte de los presupuestos militares de muchos países acaban en las arcas de las empresas armamentísticas sin que puedan traducirse en poder militar real. En esto también hay mucho golfo “respetable” suelto. Por lo tanto, las cifras presupuestarias en ese rubro pueden ser incluso engañosas.  

En todo caso, las victorias geopolíticas del futuro y el control de territorios, incluso sin apenas bases militares, solo será alcanzado por aquellos países que posean ejércitos tecnológicamente avanzados y, sobre todo, que sean líderes en el campo de la IA (Inteligencia Artificial). Y Europa, a pesar de lo que digan nuestros más conspicuos “ilusionistas” en Bruselas o Estrasburgo, no está en esa dinámica ni tampoco se le espera. Lo demás es pavonearse de lo que no se tiene.

El otro poder

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