El desquite turco

as promesas deben ser cumplidas, de otro modo corren el riesgo de convertirse en burdos engaños. Y así es como se sienten los turcos, engañados y ninguneados por los poderes occidentales.
Ellos son un pueblo patriota, orgulloso de su pasado. No hay que olvidar que fueron el eje central del Imperio Otomano antes de que este se derrumbara al finalizar la I Guerra Mundial. De sus cenizas nació la Turquía moderna, la que fundó Atatürk.  Este líder, además, impidió la división del país como habían trazado los ingleses y los franceses, incluso aceptando la ayuda de los bolcheviques. Aunque más tarde las ansias de éstos por controlar el Bósforo hizo que Ankara, además de razones ideológicas, se alejara de ellos. Pero esa es otra historia.
En 1952, ya en plena Guerra Fría, los turcos se unieron a la OTAN, lo cual significó para la recién nacida organización militar un gran triunfo estratégico. A partir de ahí todos los gobiernos turcos fueron fieles a las directrices occidentales, especialmente a las de Washington. Y, en recompensa, Europa les prometió el ingreso en el espacio comunitario. Pero eso nunca llegó. Los europeos siempre esgrimieron algún pretexto, las típicas excusas del mal pagador para frenarlo. La realidad es que Francia y Alemania nunca quisieron a los turcos en el club.
Cuando el Partido de la Justicia y el Desarrollo, de Recep Tayyip Erdogan, llegó al poder, en el 2002, el rumbo de Turquía empezó a cambiar. En principio continuó colaborando con los intereses occidentales, incluso lo hizo en la guerra impuesta a los sirios, pero andando el tiempo Ankara abrió más el abanico de su política exterior, aumentando el comercio con Rusia.    
Pero buen un día, después de que los rusos entraran en Siria para ayudar a su aliado, alguien de la fuerza aérea turca dio orden de derribar un SU-24 ruso que había violado el espacio aéreo de Turquía. Eso provocó una severa crisis entre Ankara y Moscú, los mal pensados dicen que esa era precisamente la intención del derribo. El caso es que debido al deterioro comercial y político entre ambas naciones –Turquía era la más afectada comercialmente–, Erdogan decidió llamar a Putin y pedirle perdón. Al poco tiempo incluso voló a Rusia para entrevistarse con él.
Las relaciones fueron encauzadas de nuevo y eso parece que molestó en Occidente. Y, coincidencia o no, al poco tiempo hubo una intentona golpista para desalojar a Erdogan del poder.  
Cuando comenzó el golpe el presidente estaba descansando en un hotel del Mar de Mármara, pero cuatro horas antes de que llegaran allí los golpistas para detenerlo o incluso asesinarlo su servicio secreto lo alertó; se dice que los  rusos les avisaron de un golpe de Estado en marcha.
Lo curioso es que a partir de ese momento los lazos con Moscú se estrecharon más, hasta tal punto que Ankara decidió comprarles sus famosos y temibles misiles S-400, a pesar de la presión en contra ejercida por Donald Trump. Las primeras unidades ya han llegado a la base militar turca de Murted y varias decenas de militares de ese país están recibiendo adiestramiento técnico en Rusia.
Está claro que después de la intentona golpista Erdogan dio un giro radical a sus relaciones con Rusia. Algunos expertos dicen que fue una gran jugada de Putin, es decir, olvidar lo del avión para atraer a Turquía al bloque chino-ruso. Y parece que lo está consiguiendo. En todo caso, la sostenibilidad de Turquía como miembro de la OTAN está en entredicho, porque es prácticamente imposible usar esos misiles rusos y al mismo tiempo pertenecer a la organización.
Dicen que Turquía baila en todas las bodas y se sienta en todas las sillas, lo cual la hace poco fiable. En todo caso, considera que Occidente le ha vendido humo durante mucho tiempo. De ahí su giro. 
Es probable que Moscú le reserve un rol destacado en el nuevo mapa de Oriente Medio. Se dice que la jugada de Putin, además de atraer a los turcos, es abrir dos bases navales en los puertos de Bandar-Bushehr y Chabaharm, en Irán, con el objetivo de controlar el Golfo Pérsico junto con los chinos. Sea lo que sea, Erdogan también está en ese juego.

El desquite turco

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