El conflicto chileno

o que está ocurriendo en Chile trajo a mí memoria un documental de Patricio Guzmán titulado “La batalla de Chile”, estrenado en el cine Arkadín de la Travessera de Gracia en la Barcelona de finales de los años 70.  
En todo caso, debemos subrayar que el enfrentamiento de estos días no es exactamente igual que  el que tuvo lugar hace cuarenta y tantos años atrás; aunque pueda parecerlo. En aquella época se estaba viviendo la Guerra Fría, por lo tanto, los conflictos tenían otra dimensión. Pero eso sería otro tema. 
Mucha gente le sorprende lo de Chile. Y en cierto modo se puede entender, porque fueron muchos años hablando en los medios de su “milagro” económico, sin que mencionaran nunca la otra cara. Y la realidad casi siempre tiene dos o más caras.
Después del golpe de Estado de Pinochet se ensayó allí un experimento económico de corte neoliberal extremo, lo que podría llamarse el nuevo liberalismo propuesto por el economista Milton Friedman, un anti-keynesiano visceral. Su modelo, hoy en crisis en casi todo el mundo, consistía en la liberalización total de los mercados y en el monetarismo financiero.
Lo cierto es que en el experimento chileno se privatizaron casi todas empresas públicas, además de las pensiones, los servicios de salud, la educación, la vivienda protegida, etcétera. Todo eso desató una gran avaricia en los grupos económicos nacionales e internacionales, que protegidos por las leyes de la dictadura llegaron al extremo de adueñarse del agua y de tierras pertenecientes a los indios mapuches.
Lo chocante es que cuando se restableció la democracia continuó rigiendo la misma constitución pinochetista, sin que ningún partido ni gobierno se atreviera a cambiarle una coma. Eso hizo que la agresividad económica del modelo se perpetuara, dejando sin oportunidades a millones de personas. 
Lo curioso es que ni siquiera los socialistas, ahora tan desprestigiados como la derecha de Piñera, hicieron nada para cambiar las cosas. Eso nos da a entender que los gobiernos que se alternaron en La Moneda se limitaron a ser simples gestores, sin que fueran capaces de pedirle a los grupos económicos un mínimo de responsabilidad social, con lo cual consintieron que el supuesto crecimiento continuara privilegiando a unos pocos mientras la situación para el resto se iba degradando.
Durante estos años los pregoneros del tan cacareado milagro prometieron a los chilenos que el crecimiento generaría grandes oportunidades para todos. Pero todo quedó en nada, porque ni los de abajo, ni los jóvenes ni las clases medias se beneficiaron de él. Así que, desilusionados y cansados de esperar decidieron tomar las calles masivamente y rebelarse.
La realidad es que el país se está enfrentando a una situación social compleja y complicada. No hace falta haber estudiado economía, este servidor solo completó una sola asignatura de macroeconomía en la universidad, por cierto obligatoria, para darse cuenta de que a mayor desigualdad, mayor inestabilidad social. Y eso no falla.
Por lo tanto, si el desprestigiado establishment político chileno no hace reformas de cierto calado y se limita solo a cambios gatopardianos, el problema continuará y se enquistará cada día más. Los retoques cosméticos ya no funcionarán. 
Lo de Chile fue una lección. Nos indica que el crecimiento económico por sí solo no significa que por arte de birlibirloque produzca bienestar general. Aun así, todavía hay gente por estos lugares que no entiende que eso solo puede alcanzarse si se establece un sistema de impuestos justo, con medidas sociales decentes y gobiernos que luchen contra la corrupción. No existen fórmulas mágicas. Sobre todo, teniendo en cuenta que el ser humano solo piensa en su prójimo, por decirlo en clave evangélica, si lo obligan las leyes; de otro modo difícilmente piensa en él. 
Por lo tanto, y por si alguien albergara alguna duda, no tiene más que consultar los libros de historia, incluso puede echar mano de la Wikipedia, para entender las causas del actual conflicto chileno.

El conflicto chileno

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