Un independentista ferrolano tuvo que ser atendido en el hospital, tras sufrir el ataque de una manada de extrema derecha en pleno centro de nuestra ciudad. Algunas lesiones fueron graves y haríamos bien en no tomarnos esta agresión a la ligera.
Por su estructura social y aunque duela reconocerlo, Ferrol es una ciudad proclive al renacimiento de una violencia tribal ya usada por la banda del “botón verde” durante los años de la Transición, y que incluso alcanzó a varias alumnas del Instituto Femenino Sofía Casanova.
Si algunos partidos políticos normalizan el insulto, e incitan al odio con un discurso simplista y maniqueo, a nadie debe extrañar que en distintos puntos del territorio nacional empiece a tomar forma una ola de violencia física, dirigida de momento contra inmigrantes e independentistas.
La violencia es adictiva como la droga, y más si se le aplica un barniz patriótico.