Los falsos currículos

En el año 2011 la sociedad alemana se vio escandalizada al conocerse la noticia de que su Ministro de Defensa, había copiado dos tercios de la tesis doctoral que entregó para conseguir el doctorado. En un principio negó las acusaciones pero acabó dimitiendo al desmontarse su mentira. Dos años después una diputada socialdemócrata alemana se fabricó un currículum de jurista, pero al saberse que nunca estudiara Derecho fue borrada del mapa político. En el año 2008, un ministro de Exteriores canadiense, dimitió al olvidarse unos documentos confidenciales de la OTAN en casa de su novia. En el 2018, un lord inglés presentó su dimisión por vergüenza al llegar un unos minutos tarde al Parlamento.
Algo muy distinto ocurre aquí, en España, donde mentir en los méritos profesionales se convierte es algo bastante habitual. Tras el escándalo del master Cifuentes, muchas figuras políticas con cierta relevancia están repasando sus currículos, eliminado méritos que figuraban colgados en alguna plataforma por aquello de dar cumplimiento a la tan cacareada Ley de Transparencia. 
Causa sorpresa todo el revuelo que se ha montado en torno a la señora Cifuentes. Todo apunta a una caza de brujas dentro de su equipo. Y es que si la señora en cuestión hubiera manifestado desde el principio que todo se ha debido a un error no hubiera pasado nada, ya que tal o cual título no le afectaban en absoluto para el desempeño de su cargo. Esto es lo que han hecho otros políticos que, curados en salud, manifiestan que son errores y los eliminan. Sin embargo, ella por querer demostrar lo indemostrable, está en la picadora, sin remisión. 
Recordemos que cuando se dio a conocer que la vicepresidenta de la Generalitat Catalana, Joana Ortega, nunca se había licenciado en Psicología, tal y como figuraba en su currículum vitae, se limitó a declarar que se debía a “un error de transcripción”, y, tras disculparse, se dio carpetazo al asunto. Recordemos que Luis Roldán, Director General de la Policía con todos los honores, se presentó ante todo el mundo como Licenciado en Empresariales e Ingeniero, sin levantar las más mínimas sospechas, hasta que, tras ser encarcelado por asuntos de corrupción, se descubrió que su currículum estaba totalmente inventado. Y en algunos ayuntamientos de nuestro país, también hay concejales que engordan sus currículos pues “en pueblos pequeños nadie va a comprobar la autenticidad de sus documentos”.
Sin embargo, fuera del campo de la política, la mentira en los méritos académicos puede tener sus consecuencias. Por ejemplo, el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura en 2011, declaró procedente el despido disciplinario de un trabajador que simuló tener el título de arquitecto técnico, requerido para acceder a un puesto de jefe de obra. Tras algo más de año y medio desempeñando las tareas propias del cargo, la empresa descubrió que en realidad no tenía la titulación necesaria. Además, su falta de cualificación había provocado una serie de perjuicios económicos para la empresa por defectos y retrasos en las obras que dirigía. En julio de 2010 el Tribunal Supremo resolvió un caso en el que la mentira en el curriculum derivó en la comisión de un delito de intrusismo profesional. El condenado había falsificado un título de licenciado en Derecho para lograr la colegiación y así obtener un trabajo de Director de Relaciones Laborales. Incluso ejerció como abogado representando a la empresa. Le condenaron a un año de prisión por intrusismo laboral, aunque como habían pasado 10 años desde que aportara el título simulado, el delito se declaró prescrito. 
Es decir, si la mentira se lleva demasiado lejos puede tener consecuencias penales, a través de la realización de actos delictivos que sirvan para encubrir la mentira, como puede ser la falsificación de un documento oficial o el intrusismo profesional.
Los falsos currículums, por lo tanto, no sólo se encuentran en la primera línea de política.

Los falsos currículos

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