Hace apenas una semana este país vivía momentos de zozobra. No sólo los británicos habían decidido abandonar la Unión Europea, sino que nos enfrentamos por segunda vez a unas elecciones generales cuyos resultados, según las encuestas, iban a provocar una tormenta política. Podemos y sus confluencias podrían no sólo dar el “sorpasso” a los socialistas, sino incluso superar al Partido Popular. Los actores y observadores de la economía llevaban ya un tiempo atenazados por esa posibilidad y los efectos negativos que podría tener sobre la evolución de los indicadores.
Sin embargo, lo ocurrido echó por tierra los pronósticos y durante la semana se ha producido un chorro de datos que apuntan a que la economía ha seguido su inercia positiva. La prima de riesgo cayó por debajo de la italiana, el interés del bono a diez años marcó mínimo histórico, la bolsa recuperó la mitad de lo perdido la semana anterior, la confianza en la economía volvía a dispararse, las ventas de coches volvían a registros anteriores a la crisis, llenar el depósito era siete euros más barato que hace un año y los empresarios se mostraban proclives a ir subiendo los salarios.
Ahora bien, el martes se conocerán los datos de empleo y ya se avanza que el PIB podría haber crecido una décima menos, 0,7%, que el trimestre anterior. Por tanto, es prioridad contar cuanto antes con un gobierno que de impulso y consolide e incluso mejore estos datos.