¿Día del Padre?

Confieso que la cuestión a abordar no estaba prevista. Las celebraciones en este país están al orden del día, aunque no tanto como en los primeros tiempos de la Inquisición, cuando había menos días laborables que fiestas de guardar, con tanto Santo como siempre ha dado este terruño. Si lo hago es porque ayer, en el colegio Jorge Juan, en Fene, el alumnado celebró, en vez del Día del Padre, el Día de la Familia. Ya lo decía el nobel Mario Vargas Llosa en uno de sus últimos artículos en El País. Y es que estamos tan preocupados por lo correctamente político que, en contraposición, la factura se traduce en limitar la libertad de expresión. Me explico –o lo intento–. Todavía reciente la celebración del Día de la Mujer –menos mal que atrás se quedó aquello de “trabajadora”, que implicaba una actividad laboral, por lo que también ahora las amas de casa, por ejemplo, pueden conmemorar la fecha–, ese aspecto tan de actualidad y vigencia como es lo de las políticas inclusivas, o la igualdad entre el hombre y la mujer, como entre las razas por volver a los ejemplos, entra más en el ámbito de lo que estamos llamados a considerar como correcto en una sociedad moderna.
Sin embargo, que seamos un Estado aconfesional como es éste por definición refrendada por la propia Constitución, la inclusión, la igualdad, están siempre en entredicho. Sabemos, sin ir más lejos, que hay un Día del Padre y un Día de la Madre. ¿Hay algo más distante entre sí para resumir someramente hasta qué punto no practicamos lo que predicamos? ¿O es que, como progenitores, no están ambos llamados a acometer y asumir idéntico papel? Lo segundo, en resumen sería lo políticamente correcto. La respuesta a lo primero, sin embargo, anula la siguiente. Las celebraciones de la Iglesia tienen más que ver con las anteriormente paganas que con hechos constatables, como también más con el ámbito comercial que con la realidad social. Al menos –no seguramente los únicos– hay quienes entienden que, para las nuevas generaciones, lo importante a la hora de discernir entre lo correctamente político y lo que queda al margen de la libertad de expresión tiene, como en Fene, una clara y sencilla solución. 

¿Día del Padre?

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