Los deseos de los ferrolanos para 2018

ocos pueden poner en duda que no haya ferrolano al que no le gustaría que esta ciudad saldara, aunque fuera bajo mínimos, alguna de sus cuestiones, problemas o deudas, todas ellas pendientes, ahora que empezamos un nuevo año. Sobran sin embargo los que bajo el marchamo de denostar sin argumentos –lo que equivale a la falta de razón– reduzcan sus pesares a hecho tan simple como es el del color del partido que nos gobierna. Nunca ha sido el problema de esta ciudad el que la dirigiese una formación u otra, si no el hecho de que quien lo ha hecho –o lo hace– ha visto supeditada su gestión a la precariedad. No precisamente la de las ideas ni la de las intenciones, sino esa otra que viene determinada por la carencia de voluntades que busquen en el interés común razones para encarar y asumir sus acciones con la única y sana ambición de lograr un mejor futuro.
Es sin embargo esa falta de consenso, esa ambigua y limitada perspectiva que parece reducir la labor de la oposición municipal a denostar toda acción de gobierno, aun a costa de que sea beneficiosa, la que confiere mayor peso a la enorme losa que ya supone el hecho de asumir un gobierno minoritario sin margen de maniobra pero también sin mínima voluntad de diálogo. Ha habido una única excepción en las ya casi cuatro largas décadas de democracia. Para la entonces oposición, el rodillo de la mayoría absoluta, como definía entonces tal situación, se ha visto desvirtuado por la insolvente posibilidad de ofrecer otras alternativas que justificasen el cambio. Nada, por cierto, que no se supiese de antemano, pero que se ha visto agravada por el hecho de que, en las dos últimas oportunidades que esa “alternativa” ha tenido la ocasión de justificar cuando menos una alternancia política como vía a la consolidación de un futuro digno para la ciudad, la sana ambición política de tal cambio se ha visto abruptamente rota más por el personalismo que por la necesaria superación de las diferencias políticas.
Tal vez lo único a lo que esta ciudad puede aspirar hoy en día deba ser tener políticos de altura que sepan sopesar el alcance de sus decisiones, con capacidad para soslayar tan patética imagen en beneficio de todos y cada uno de sus vecinos. No hay muchas otras –por no decir que ninguna– opciones. De lo contrario, y si no tiempo al tiempo, 2018 será también un fiel calco de lo ya visto. Pese lo que nos pese.

Los deseos de los ferrolanos para 2018

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