Beatriz Sestayo y la integración exclusivista

La secretaria general de los socialistas ferrolanos, Beatriz Sestayo, acaba de anunciar que presentará candidatura a la reelección para el cargo. Decía también que tal decisión la había tomado en las horas previas, ante el apoyo de afiliados y otros cargos de la dirección política. Como persona pública, Sestayo no ha sido nunca ajena a la crítica y, en algunos casos, a la difamación, como se sabe tan proclive esta última a confundirse con la realidad. Pero, polémicas al margen, cabría preguntarse qué otra salida tenía la edil que no fuese la de luchar por la reelección. Tomar la decisión contraria –y en eso se equivocan quienes piensan de forma prematura que un político ha de darse por vencido ante las evidencias– hubiese sido reconocer ante el electorado, ante los propios militantes y –por qué no– ante la masa social de esta ciudad, que se daba por derrotada en virtud del derrotero que ha seguido su gestión, tanto desde el plano organizativo del PSOE local como desde el corporativo, como candidata que también fue a la Alcaldía de la ciudad en 2015. No es ese el estilo de Beatriz Sestayo, afecta, como la inmensa mayoría de la clase política de este país, a evitar la crítica, el antagonismo o todo signo de disensión que ponga en riesgo sus prioridades.
No es la primera vez que Sestayo hace frente a tal reválida. Quienes la conocen saben como pocos que el control que ejerce sobre la asamblea de afiliados es férreo, como quedó demostrado en las elecciones en que Ramón Veloso le disputó el cargo. No ha sucedido otro tanto en lo que a la ejecutiva local se refiere. Capaz de trenzar alianzas con otras “familias” del partido cuando la necesidad obligaba, lo cierto es que el paso del tiempo ha hecho mella en una política que ha aplicado con rigor la vieja máxima de “o estás conmigo o estás contra mí”. En ese camino, tan tortuoso y pedregoso que no es ajeno a la opinión pública, su gestión como principal líder del socialismo ferrolano acumula más sensación de rechazo que de aceptación. Pero también es cierto que quienes más pronto, y temerariamente, vaticinaban su caída, continúan aún hoy a la espera de que esta se produzca.
La integración como argumento, al que de nuevo recurre para hacer valer sus cartas en el inmediato proceso electoral, ha chocado siempre con esta diatriba interna, sin duda personalista y más acorde con ese estado de amor-odio que despierta no sólo entre su gente sino también en el conjunto de la sociedad local.
Por el control del aparato político socialista en juego optan también el senador Ángel Mato y otro exmiembro de la ejecutiva de Sestayo, Manuel Cendán. Ambos, acervos críticos con su gestión, se ven abocados sin embargo, quieran o no, a pensar en esa propuesta de integración, aunque más con la mira puesta en que sea Sestayo quien se sume. Claro que todo esto es pura hipótesis, como se sabe, sustancia básica por cierto en toda esa clase de dirigentes que han poblado este país con más elocuencia y falacias que con mínimos criterios de responsabilidad.

Beatriz Sestayo y la integración exclusivista

Te puede interesar