Solo Sánchez lo sabe

Y quizá también su vicepresidente real, Iván Redondo, pero nadie más. Los ciudadanos desconocemos cual es la hoja de ruta del presidente en muchos asuntos, pero nos centraremos en el asunto catalán por su relevancia. Es un trema recurrente en tertulias de tabernas, restaurantes e incluso en corrillos parlamentarios. Apenas aterrizo en Galicia procedente de Bruselas donde tuve la oportunidad de conocer por dentro el Parlamento Europeo y hablé con muchas personas que allí trabajan, españoles y también europeos, con cargos públicos o sin ellos, el tema catalán preocupa e interesa a todos que no dudan en preguntarnos como vemos la cuestión. Preguntas muchas, pero ninguna respuesta. Nadie sabe cual es el final de este problema, sabemos y conocemos las aspiraciones del separatismo, pero no tenemos ni idea de cual es la respuesta de Estado que vamos a dar. El gobierno parece querer pasar de puntillas por un incendio que no cesa, la reunión de hace un par de días de Sanchez con Torra nos ha dejado más descolocados si eso es posible. 

En Bruselas nos miran ojipláticos porque no entienden que mientras los tribunales acechan al separatismo el gobierno español negocia con ellos y los reconocen como interlocutores válidos, por ello se reúnen  como iguales, como si de dos estados se tratara. No lo entiende Bruselas ni nosotros, resulta casi insultante estar en los pasillos del parlamento y cruzarte, como me pasó, con Puigdemont, un prófugo de la justicia española que campaba a sus anchas por la sede de la soberanía europea eso sí, debidamente flanqueado por guardaespaldas, que nadie sabe quien paga, que se interponen entre la cámara de cualquier curioso y el personaje huido. Les contaré que también nos cruzamos con el presidente de Portugal, absolutamente accesible y entrañable y sin barreras que lo separaran de los ciudadanos europeos que el pasado miércoles estábamos allí. Es decir, que mientras mantenemos incertidumbres y acumulamos ignorancia, algo está pasando y nadie lo sabe. 

No parece que los separatistas vayan a cambiar su hoja de ruta más que conocida, de hecho, nos la recuerdan cada vez que tienen ocasión, Junqueras desde la cárcel y Puigdemont desde su cueva en Waterloo. Debo decir que los separatistas no se ocultan, dicen y proclaman su verdad a los cuatro vientos y todos la conocemos, nos guste o no, a mí no me gusta nada, pero ellos han dicho su verdad y, aún equivocados a mi juicio, hay que reconocerles coherencia en su dislate. 

Al gobierno español, por el contrario, no se le puede reconocer esta cualidad porque han sido tantos los bandazos dados por Sanchez, que parece que ha conseguido el silencio de los suyos y la resignación de todos los demás. Los pasos del presidente socialista son erráticos y tan pronto habla de la unidad de España como se plantea revisar el código penal español para beneficiar a los sediciosos en prisión o huidos. 

Con la misma facilidad se niega a contestarle el teléfono a Torra como decide aceptar la orden de Rufián para cursar una visita oficial al presidente inhabilitado. Y en el medio toda una nación un pueblo español que ha perdido las coordenadas y desconoce las claves del inagotable asunto catalán. La convocatoria de elecciones de Torra viene a incrementar sombras y dudas y tampoco sabemos que repercusiones puede tener en la política nacional con un gobierno que ama y odia, en la misma proporción, a los separatistas catalanes a los que necesita como el oxígeno para sobrevivir. Solo Sanchez puede despejar dudas, cuidado con los dogmas de Fe.

Solo Sánchez lo sabe

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