Momento de empatizar

Con el inicio de la campaña electoral andaluza se da, además, el banderazo de salida para un aluvión de elecciones que la ciudadanía ha de disfrutar o padecer, según se quiera mirar y que conformarán un nuevo mapa político. Nunca hubo tantas incógnitas sobre los resultados porque tampoco existen antecedentes de tantas formaciones con posibilidades de obtener representación y, aunque algunas se prevén marginales, la aritmética les da una relevancia que de por sí no tienen. 
Lo que ocurre es que para confirmar mayorías habrá que sumar y sumarlo todo. Un partido que obtenga un concejal o un diputado autonómico puede inclinar la balanza en uno u otro sentido. El escaño que dé la mayoría tendrá, pues, un valor incalculable y todos lo saben. Por eso la campaña no será excesivamente hiriente, pues nadie se quiere enemistar con aquel al que pueda necesitar tras el escrutinio. Esta es también la razón por la que en los comicios se dará un fenómeno un tanto desconocido, el de las empatías múltiples y me explico; hasta ahora se trataba de empatizar con los electores a los que habría que conquistar para que eligieran la papeleta de un partido concreto, pero en esta ocasión habrá que buscar empatías con otras formaciones y no con una, sino con varias. 
Buen ejemplo lo tenemos en el Gobierno, en el que Sánchez ha tenido que acordar con más de diez formaciones que van desde los restos de ETA hasta los bolivarianos de Podemos con sus confluencias incluidas y todo ello pasando por los separatistas catalanes que lastran al propio Sánchez. 
Y esto por la izquierda, pero por la derecha también tendrán que sumar y mucho. Sabe el PP que dependerá de Cs y en algunos casos de Vox, amén de partidos regionalistas, cuando no escisiones, para obtener mayorías estables, que les abran las puertas de gobiernos locales y regionales. En la parrilla de salida emerge Vox, que ilusiona y emociona a una derecha harta de complejos que quiere verse representada sin lastres. También Cs pretende mantener viva su llama catalana, la que le dio los avances en el resto de España abrigados por la bandera y la Constitución y que en Cataluña le sirvió para convertir, de momento, al PP en marginal con solo cuatro escaños frente a los más de treinta naranjas. Gran preocupación de los azules por el resultado de Cs en Andalucía, donde pretenden un más que improbable “sorpasso” que sería letal para el partido de Casado. 
Por la izquierda se buscan emociones en el antifranquismo más escatológico y el PSOE mira de reojo a Podemos, al que necesita, pero al que le desea lo peor para recuperar espacio por la izquierda. Por la derecha Vox busca emociones en la derecha perdida en favor del centro y suma a Ortega Lara como símbolo de la resistencia contra el terrorismo. Cs, que procede del centro izquierda como alternativa al PSC, veleta con los electores de centro izquierda, pero no renuncia a sumar electores de centro derecha que eran fieles al PP. Miren el ejemplo de Barcelona, donde Cs ofrece un candidato socialista que no se cansa de coquetear con el PSOE para que se sume a su proyecto “naif” que pretende conquistar la alcaldía de la ciudad condal. Todos buscan emociones para traducirlas en empatías y votos. El PP necesita emociones, tic tac tic tac.

Momento de empatizar

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