La España de los líos

No hay paz ni tregua para los españoles. Cada día un escándalo, una manifestación, una protesta y muchos desencuentros. Cuando no es la presión mediática por los títulos universitarios es el movimiento feminista, los pensionistas, la justicia o cualquier cosa. Pareciera que de lo que se trata es de agitar. Estamos instalados en el cuanto peor mejor y parece que esta máxima se retroalimenta para hacernos las cosas más difíciles. 
Esto ocurre cuando se utilizan las vísceras para hacer política, cuando se retuercen los conceptos y se profundiza torticeramente en problemas desenfocados que, mal planteados, no tienen solución. El sentido común goza de mala salud y el sentidiño que reclamaba el bueno de Albor ha desaparecido. Aquí no se respeta la Constitución y la unidad de España está en peligro permanente con varapalos judiciales europeos incluidos que nos debilitan. No se respeta la justicia y se establecen juicios y sentencias paralelas que nos acercan más a las lapidaciones públicas y juicios populares que al estado de derecho. 
La solidaridad interterritorial ha pasado a mejor vida y entre las comunidades autónomas nos miramos con recelo para ver quién arranca el último céntimo de los presupuestos. Se habla de las pensiones como lo que no son, para olvidar la naturaleza de ese logro social. Es políticamente incorrecto decir esto, pero las pensiones no están pensadas para que un pensionista soporte la vida de sus hijos en paro, de sus nietos y de toda la familia. Las pensiones no son para eso y lo saben todos, pero no lo dice ninguno. 
Los que están en el poder porque no quieren enfrentarse a la calle y los que están en la oposición porque buscan arañar votos de pensionistas. El pacto de Toledo ha sido arrasado por el cortoplacismo y el electoralismo más rastrero. Los jóvenes en paro necesitan ayudas, sobre todo trabajo, pero esta carencia no se puede meter en la mochila de los pensionistas porque el sistema no lo soporta. Las pensiones se plantearon en su origen para 10 o 15 años de esperanza de vida tras la jubilación y esa esperanza de vida llega con normalidad a los 90 años y hemos estado muchos años jubilando y prejubilando a personas de 50 años lo que supone una carga inasumible por el sistema. 
Esta es la verdad, el resumen del resumen y lo demás literatura. Claro que son tantas las debilidades del estado actual que no se sabe por dónde aplicar el agua para apagar el incendio y los bomberos, desconcertados, no atinan con el origen del fuego. Mientras pasan los días y el cuanto peor mejor crece a la espera de unas elecciones que algunos ansían y otros temen para no se sabe que cosa querrán hacer. 
El mapa político dice que es a cuatro y es otra mentira, solo se crearán dos bloques, a la derecha Ciudadanos y PP, a la izquierda Podemos y PSOE. Lo que pretenden los nuevos es superar a los tradicionales para ser cabeza de bloque, pero nada más. Mientras tanto en la calle se sufre, la desesperanza cunde y España como proyecto común se resiente. Nadie será responsable de lo que pase porque nadie rinde cuentas y menos a largo plazo. No habrá responsables, pero sí damnificados, todos nosotros que solo vemos peligros en la desestabilización provocada. 

La España de los líos

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