El irresponsable es usted

é que una parte de la progresía protegida por los poderes públicos y subvencionada, e apresurará a censurar estas letras y a descalificar al que las firma. No me preocupa, cuando uno hace públicas sus opiniones se somete al juicio del público y, mientras la educación presida las opiniones, todas son bienvenidas. Dicen los profesionales en el trato de las adicciones que son muchos los niños que manejan su teléfono móvil con acceso a las redes y a colgada en internet desde los ocho años. 
Dicen los mismos profesionales que estos niños acceden a páginas de pornografía con facilidad y que establecen contactos con desconocidos con la misma naturalidad que compran un chicle. Después llegan las desgracias que pueden acabar en psicólogos que traten a los niños de desviaciones de conductas. Es entonces cuando padres y madres se revuelven contra el sistema y culpan a gobiernos e instituciones de los males que su hijo o hija padecen. 
Un móvil es un instrumento peligroso en según qué manos se encuentre y si el portador es un nene de ocho añitos cualquier cosa puede pasar. Esos padres que regalan a sus pequeños una herramienta tan potencialmente peligrosa son unos irresponsables y solo ellos son los culpables de las consecuencias que se puedan derivar del uso indebido del “juguete”. Difícilmente un niño puede valorar si enviar fotos suyas a desconocidos disfrazados de niños pueden acabar en páginas de pornografía infantil, para ellos puede ser tan solo un juego inocente. 
El problema es que los padres, en muchos casos, han renunciado a educar a sus hijos y se han dejado someter a la dictadura del consumismo. Es habitual ver a niños con sus móviles en la mano chateando por la calle con sabe Dios quién, en las casas no se habla, se convive con menores que ya no juegan a la pelota, se encierran en su habitación teléfono en mano y así pasan horas, eso sí, sin molestar a sus padres que dan por bueno el entretenimiento incontrolado. La transmisión de valores intrafamiliares no está de moda y en los centros educativos los recreos no se llenan de juegos grupales que contribuyan a la socialización de los niños, ahora se sientan en los bordillos cada uno con su móvil y cuelgan en las redes sus vídeos y fotos para ganar “me gusta”, aunque sea a costa de publicar imágenes de acosos o peleas, mucha violencia que, parece ser, tiene gran éxito. 
Muchos padres ya ven en sus hijos posibles “influencers”, nueva profesión ligada a las redes que puede hacer ganar dinero rápido a los más intrépidos navegantes. La juventud de hoy tiene pocos referentes fuera de internet o las televisiones y, en su mayoría, son ejemplos poco gratificantes, pero la velocidad a la que vivimos no permite pausas para la reflexión y para la toma de medidas o decisiones que puedan corregir conductas inapropiadas. La educación se da en la familia, los colegios pueden dar formación y conocimientos, pero no se le debe pedir más. 
Algún día, ojalá, aprenderemos a convivir con las nuevas tecnologías, algo para lo que no se educa a los niños. Lo dicho, si su hijo de ocho o nueve años ya anda con un móvil en el bolsillo, el irresponsable es usted.

El irresponsable es usted

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