Interés general: DEP

en cualquier escala de valores de un país democrático, el primer mandamiento debería de ser el interés general y además protegido como bien supremo. No es así. En España, el bipartidismo que nos gobernó durante años tendría su reflejo cinematográfico en Kramer contra Kramer y no porque se divorciaran ahora, sino porque nacieron divorciados y han evolucionado hacia el canibalismo, entre ellos se comen y se destruyen.
Eso explica que, por mirarse tanto al ombligo, perdieron la perspectiva y no supieron ver como su egocentrismo alimentaba a Podemos, por un lado, y a Ciudadanos, por otro, dando por finiquitado el bipartidismo perfecto para pasar al multipartidismo. Un río revuelto que dejó hueco para un quinto partido nacional, Vox, para distanciarse, todavía más, del viejo sistema nacido al calor de la transición, que, hemos de reconocer, funcionó razonablemente bien y dio alternancia en el poder a los dos grandes partidos.
El colmo de la ceguera política de aquel bipartidismo, llevó al PSOE y al PP a negociar con partidos nacionalistas a cambio de votos para investiduras, haciendo concesiones al PNV y a Convergencia, que los fortalecieron en sus territorios y derivaron en opciones separatistas que hoy ponen en jaque a la Constitución y a la unidad nacional.
Otra consecuencia no prevista, o mal calibrada, nos llevó a la proliferación de pequeños partidos regionales que vieron el negocio de formar fuerzas políticas para entrar en el mercadeo de escaños por dinero y parece que les va bien. Más allá de Cataluña y el País Vasco, surgen partidos en Valencia, Galicia, Cantabria, Navarra, Canarias y muchos otros que se distribuyen por todo el territorio español. Mal camino. Ellos saben que el escaño, en el multipartidismo se paga bien y así, a la hora de establecer mayorías parlamentarias, un escaño de aquí y otro de allá, pueden cuadrar la suma de mayorías y favorecer investiduras a costa, eso sí, de la salud de los intereses generales que se ven sacrificados y sometidos a los intereses particulares de los 17 reinos de taifas en los que se ha convertido nuestra querida España, que ya no huele a “caña, tabaco y brea”, sino a mercado sin escrúpulos de políticos instalados en el pragmatismo local e insolidario que solo se justifican ante su parroquia y dejan los intereses generales al margen, solo lo “suyo” les importa y ocupa.
El más claro ejemplo reciente, Revilla, del Partido Regionalista Cántabro, que valoró en mil millones su voto a Sanchez en la investidura que viene y así todos los demás. Nadie en su sano juicio piensa que un país puede progresar con esta radiografía y, lo peor es que nadie parece querer analizar con rigor esta situación. La ley electoral favorece este tipo de estratagemas de bajo perfil pero rentables y por ello proliferarán más por España adelante, incluso en detrimento de los dos grandes y ciegos partidos políticos que ya perciben en algunas regiones el aliento de aquellos que se plantean regionalizar sus formaciones para entrar en el mercadeo y dejar de ser los tontos útiles de un sistema que les obliga a renuncias por el bien de su partido para beneficiar pequeños proyectos que ya se perciben como útiles por la ciudadanía y por eso les votan. El interés general como bien común ha muerto, descanse en paz.

Interés general: DEP

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