España en jaque

Algo está pasando en nuestro país que genera inquietud. Sabido es el criterio de una parte del gobierno y el partido que la apoya sobre el período de la transición española y la monarquía parlamentaria y que si, por ellos fuera, ese tiempo político apasionante que fue el paso de una dictadura a la democracia desaparecía de la historia. Podemos quiere minar el sistema cargándose sus pilares y para ello, de forma tozuda y relativamente silenciosa, actúa como el Caballo de Troya que vio campo abierto cuando Pedro Sánchez les puso moqueta bajo sus pies y los incorporó al gobierno. Desde dentro de las estructuras de poder del Estado su tarea de destrucción será más sencilla, ellos lo saben y van avanzando en sus objetivos. Los ataques de Podemos a la Corona son conocidos y sus ansias de República son reivindicadas cada vez que tienen oportunidad. Curiosamente cuanto más se “aburguesan” o “castean” sus líderes, los “marqueses de Galapagar”, más profundos son sus ataques al sistema, es una especie de estrategia de blanquear su nueva vida acomodada a costa de hacer temblar los cimientos de la democracia española que tiene sus raíces en la Constitución del 78. Ellos no estaban allí, muchos no habían ni nacido, pero incorporaron un odio impostado que exhiben como si hubieran sido los protagonistas del antifranquismo. Los que dieron la cara cuando el General Franco vivía, que es cuando había que ser valiente para enfrentarse al sistema, aceptaron la transición como fórmula válida para pasar de la dictadura a la democracia y desde la Ley a la Ley y contribuyeron al entendimiento entre españoles que compartían un objetivo común: vivir en democracia y en paz y participar en libertad de un período de paz prolongado que supusiera prosperidad y progreso para todos los españoles. Y así fue, la Constitución española y la monarquía parlamentaria que el pueblo español refrendó explican el tiempo de paz más prolongado que disfrutamos. Atacar a la Corona es el medio elegido por los podemitas para acabar con todo lo que huela a la transición y parecen dispuestos a arriesgarlo todo para llegar a no se sabe dónde, a la incertidumbre y quizás al enfrentamiento porque nunca hubo un ambiente tan turbio e inquietante desde 1975. El odio se ha instalado entre muchos ciudadanos y todos sabemos por qué. Ni tan siquiera en el golpe de estado del 23 de febrero se vio una España dividida, antes al contrario, la respuesta a aquel intento fracasado fue unánime y todos los líderes políticos unidos y con el Rey al frente, superaron aquella amenaza contra nuestra democracia. Entonces… ¿qué ha cambiado ahora para que todo se ponga en revisión y el odio se deje ver en nuestras calles? Pues que un partido como el Psoe que fue protagonista indiscutible en aquel proceso predemocrático que alumbró el texto constitucional ha mutado desde el constitucionalismo al pragmatismo menos escrupuloso imaginable para mantenerse en el poder a cualquier precio. Si hay que blanquear a Bildu (heredera de ETA), se blanquea, si hay que indultar a los secesionistas catalanes, se les indulta, si hay que prohibir la presencia del Rey en la entrega de despachos de los nuevos jueces se prohíbe. Y así sucesivamente y hasta que el cuerpo (los españoles) aguante. Tan es así que lideres históricos del partido socialista ponen el grito en el cielo y llaman a Sánchez a la cordura advirtiéndole de que Podemos pretende, entre otras cosas la propia destrucción del Psoe asilvestrándolo hasta su autodestrucción. Y todo esto ocurre a la sombra de la pandemia que nos ataca sin piedad, que nos mata y nos arruina, pero no importa, ¡más madera ¡que dirían los Marx buenos, los que tenían gracia y a los que Sánchez malinterpretó cuando Groucho pronunció aquello “tengo unos principios, pero si no les gustan tengo otros”.

España en jaque

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