El Dioni y Puigdemont

Los dos tienen algo en común, ambos saben lo que es ser prófugo de la justicia y los dos han saboreado las mieles de sentirse libres fuera de nuestras fronteras. También comparten la sensación de verse arropados por una parte de la opinión pública que jaleó al Dioni cuando se llevó el dinero de un furgón porque hubo gente que quiso verlo como una patada en el estómago a los bancos, incluso el maestro Sabina le dedicó una canción que se escuchó y bailó en fiestas y discotecas. 
Era algo así como un ladrón simpático que dio el golpe que muchos soñaron para pasar a mejor vida, nunca mejor dicho. El de Gerona también consiguió que cerca de un millón de catalanes le respaldara con su voto en las últimas elecciones, como el Dioni, disfruta en un hotel de lujo de las imágenes que le llegan por tv de personas que se ponen una careta con el rostro del expresidente y alimentan así su ego. Aquí marcaría una diferencia con el caco del furgón, a favor del caco, por cierto; Puigdemont disfruta de una vida cómoda en su suite mientras deja a compañeros de viaje tras los barrotes de algunas cárceles españolas. Eso lo arregla con un lacito amarillo en la solapa que le redime de su traición a sus compañeros de alocada singladura.
Cabe hacerse una pregunta: ¿guardaría usted sus dinerillos en un banco que nombrara al Dioni director general de la entidad? Yo no, sin duda, porque me parece impensable que una entidad financiera pudiera dejarse dirigir por alguien que raba furgones llenos de dinero de los depositarios. 
Por eso no entiendo que algunos catalanes se puedan empecinar en nombrar un presidente que se salta la ley a la torera. Un responsable institucional debe cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes y malamente podrá exigir a los ciudadanos que lo hagan cuando el huye de las normas y se escapa de la acción de la justicia. La última propuesta de burlar las leyes es abracadabrante, montar dos gobiernos, uno en Cataluña y otro donde el se oculta. 
El primero cumpliría los requisitos legales y el segundo tendría mando sobre el primero para que el prófugo pueda manejar Cataluña a su antojo desde la distancia. Y lo alarmante es que hay personas que dicen ser serias, que estánp estudiando y respaldando esta idea peregrina que no aguantaría ni una revisión de un alumno de primero de derecho. Decía Sabina en su canción dedicada al Dioni: “lo primero que hizo el Dioni al llegar a Río, fue brindar con el espejo y decir ¡que tío ¡. Me imagino al Puigdemont mirándose cada mañana al espejo para ver reflejada su locura jaleada por algunos, no pocos, catalanes. Y no me pregunten por qué, pero me lo imagino tirado por el suelo de risa al ver que su engaño tiene clientela. El sueño real del Dioni acabó entre rejas, aquí, en España. Es verdad que después de algunas fiestas y muchas golferías, pero acabó como tenía que acabar. También en esto se parecen los dos prófugos, porque el esperpento de Puigdemont acabará tras las rejas de algún centro penitenciario o psiquiátrico, pero siempre bajo orden judicial. Una diferencia les marca: el Dioni se compró un peluquín, Puigdemont lo trae de fábrica. Cuántas cosas les podrá contar el expresidente a sus compañeros de galería, ¡igual que el Dion!¡

El Dioni y Puigdemont

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