Campeones del mundo

En paciencia. Ya sabía que los españoles teníamos ciertas capacidades a las que no siempre le damos valor, es más, tendemos a infravalorarnos como país y rendimos admiración, cuando no culto, a cualquier novedad importada venga de donde venga, aunque en esa tarea destruyamos tradiciones y costumbres propias, no importa, lo “progre” es subirse al carro de la mal llamada “modernidad”. 

Así dejamos de lado, cada vez más, la estacionalidad de nuestras fiestas y nos pasamos la vida celebrando por celebrar al margen de nuestra historia y de nuestro calendario. Les pondré algunos ejemplos, siempre me quejé de lo tarde que llegaban los Reyes Magos, a veces a los dos días empezaba el colegio y no te daba tiempo a disfrutar de sus regalos. Entonces fue apareciendo la figura de Papá Noel y fuimos recibiendo los regalos antes de tiempo en honor a este americano señor, pero no contentos con ello, compramos otra tradición ajena el viernes negro (black Friday) y ahora las compras se hacen en este mes de noviembre en el que, con descaro, las grandes superficies nos hacen descuentos de hasta el 70%, lo que nos lleva a pensar que el resto del año se están forrando cobrándonos unos precios exagerados por los mismos productos. 

El pequeño comercio se resiente porque no puede competir con internet ni con las grandes superficies y poco a poco, muchos van bajando la verja y echando el cierre. A este paso, acabamos celebrando las navidades en agosto. 

Otra de nuestras tradiciones era el carnaval que ya está amenazado por Halloween, otra historia ajena a nuestra cultura que se le suministra a los niños en los colegios hasta el hartazgo y los comercios se forran, otra vez, con calaveras y calabazas al grito de “trato o truco”. La semana Santa se resiste y aún las cofradías sacan a pasear las imágenes contra viento y marea, pero no se relajen, grupos feministas extremos ya aprovechan las fechas para sacar a pasear otras imágenes de muy mal gusto para denuesto, otra vez, de sentimientos arraigados en nuestras tradiciones. 

Fíjense a donde estamos llegando que ahora, si cedes el paso a una señora en la entrada de un restaurante, corres el riesgo de que te llamen machista y puedes sufrir un cordón sanitario que también está muy de moda. 

Es más, antes te educaban en la austeridad y hasta las llamadas telefónicas estaban tasadas en casa, ahora esperamos a que los niños cumplan tres añitos para comprarles un móvil con acceso a internet para que puedan conectarse con todo el mundo, incluso con indeseables que pueden causarles daños irreparables. Poco a poco destruimos nuestra cultura con tanta naturalidad que produce escalofríos y todo, a cambio de nada. 

Resistimos y aguantamos hasta que nuestros políticos nos tomen el pelo y se gasten nuestros dineros en sucesivas elecciones que tampoco sirven para nada y mientras ellos se entretienen nosotros sufrimos penurias ante su indolencia. Como será la cosa que hoy estamos pendientes de que unos separatistas catalanes den su bendición para que haya un gobierno en España, es decir, nuestra nación depende de aquellos que la quieren destruir. Y todo esto y mucho más, lo aguantamos con una paciencia inagotable y lo seguimos por las televisiones a modo de entretenimiento como si fuera un espectáculo que no fuera con nosotros. 

También convivimos con corrupciones que, depende de quien las cometa, duran un telediario o la programación completa durante un año. Somos campeones del mundo en paciencia, pero ojo, nada es inagotable.

Campeones del mundo

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