¿Y después el Sínodo?

l comienzo del Sínodo de la Amazonia, comenté que mi impresión era que tal acontecimiento iba a ser un punto y aparte en la Iglesia Católica y así es. 
Ha provocado la floración, sin tapujos, del gran debate de fondo que se está produciendo en el seno de la Iglesia desde que finalizó, y publicó sus conclusiones, el Concilio Vaticano II. 
Durante el Sínodo afloró, sin tapujos, la lucha filosófica entre, utilizando un símil político, conservadores y progresistas que se mantenía entre bambalinas durante todo estos años. 
Tal debate ha encontrado en el Sínodo de la Amazonia una puerta por la que ambas corrientes y sus derivadas han aireado el foro de sus razones. 
Puerta que ya no se va a cerrar, más bien al contrario, porque los debates han dejado al descubierto, tanto en la representación como en las propuestas,  dos maneras distintas de ver y entender el Cristianismo, y por tanto a la Iglesia Católica; la  del Norte y la del Sur. 
Un Sur que llamó la atención allá por el final de  los años 70 con un mensaje potente que defendía y reclamaba otra manera de entender el Cristianismo y al que se le llamó Teología de la Liberación, cuya base de pensamiento es una Iglesia, que a la luz del Evangelio, tiene por opción preferente a los pobres en el más amplio sentido.
 Ahora viene a mi memoria (lamento no recordar quien lo dijo) que “uno de los problemas de la Iglesia Romana es que está más pendiente de los Dogmas que del Evangelio” y así parece; y lo cierto es que ambos son esenciales. 
Norte y Sur tienen la obligación de entenderse porque no pasa nada sí un cura está casado y se separa, ya  que peor es un cura que mantiene relaciones de pareja con alguien. No es malo que Norte y Sur reflexionemos sin perder la perspectiva evangélica. 
No es malo que la Jerarquía Romana revise sus formas. Ni lo es que mujeres y laicos tengan mayor participación en la Iglesia. Y es así porque para todos, consagrados y laicos, es muy importante lo que nos une y no tanto lo que nos separa. La pelota está en el tejado del Papa, si le dejan. Y a todo esto, ¿desapareció nuestra Conferencia Episcopal?

¿Y después el Sínodo?

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