¿La táctica del aburrimiento o incapacidad?

Los asuntos mundano-eclesiales van de mal en peor y sin visos de mejorar ya que lejos de haber espacios de encuentro, lo que hay son descampados de descalificaciones, zancadillas y demás patadas para meter el dedo en ojo ajeno. Alguno pensábamos años atrás que la Jerarquía Eclesiástica tenía que cambiar y ser consciente de la sociedad en la que está insertada y quiere evangelizar, pero no al punto de que se halla dividida en todos los niveles, como ahora está. 
El personal sacerdotal y laico, está muy cabreado. Los casos de pederastia han sido un detonante mayor que los escándalos financieros o de sexo (y es que son más importantes) y en este asunto hay quien encuentra el ariete que le sirve a sus otras intenciones. 
Y el lío sigue. Por un lado el exnuncio Viganó se reitera en otro escrito en sus acusaciones al Papa, que calla. Y la denuncia no queda ahí; ahora extiende su acusación de encubrir a McCarrick, al entorno de Benedicto XVI y no haber intervenido. Mal asunto y peor los silencios; todo esta sinvergonzonería se va a llevar a muchos por delante. 
En la línea de líos, ahora toca al cardenal Osoro al que le llega más que un clamor y exigencia de intervención por lo que ocurre en la parroquia de Nuestra Señora de Madrid, donde parece que no está muy claro lo que allí ocurre con los curas administradores, que se han declarado homosexuales y corren noticias de todo tipo que enardece a los feligreses y enfada al Cardenal, a quien la prensa más ortodoxa le aprieta las clavijas. Conflicto delicado servido.
Todo está demasiado revuelto, con el denominador común de no haber querido reconocer lo que hay alrededor, lo que hay en cada parroquia. Todo se ha estado callando y parecía que con tener la misa, que las catequesis estuviesen activas y las pastorales también, todo estaba arreglado. Cualquier deficiencia se archivaba en el cajón “falta de curas”. Mi impresión es que la Jerarquía no está preparada para todos estos problemas y se ha quedado paralizada. Esto ya empieza a aburrir, que por otro lado ha sido el arma defensiva de la Jerarquía durante toda la vida.
 

¿La táctica del aburrimiento o incapacidad?

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