Un sínodo poco claro, pero importante

Cuando un acto termina entre aplausos y pitos del público asistente es que la cosa no convenció. Pero si tal acto resulta que es de la Iglesia Católica, es recomendable darle más de una lectura ¿Qué ha pasado en el (para muchos) esperanzador Sínodo de la Juventud y el Discernimiento? Parece que de todo hubo en la Viña del Señor, pero me quedo con lo positivo: que se ha celebrado, porque tal como está la Iglesia, ya es mucho. ¡Un éxito! Aunque algunos esperábamos alguna cosa más (nunca perdemos la esperanza). 
Sobre todo teniendo en cuenta la dificultad de que Obispos, no precisamente jóvenes, de procedencias geográficas y culturales tan dispares se junten durante un mes para encontrar conclusiones comunes sobre los jóvenes y la Iglesia. Porque ¿qué tiene que ver un chico o chica centroafricano con uno chico o chica Centroeuropeo, o Americano? Lo mismo que las churras con las merinas; nada. Además esos obispos no representan a los jóvenes, porque si así fuese, no habría el problema Iglesia-Jóvenes. Ha sido lo mismo que si me enviasen a mí; nada. Pero al menos se ha celebrado; es un tanto a favor del Papa Francisco y un primer paso. 
Lo que sí queda demostrado que la Jerarquía no escucha a los jóvenes, ni a las mujeres, ni quiere hablar de celibato, ni de sexo y provoca que los de la llamada “Iglesia Dormida” llenen sus templos (ya no caben); mientras los de siempre, se caen. 
No me canso de decirlo, lo importante es que se ha celebrado el Sínodo y el debate sigue abierto. Ahora queda (seguro se han dado cuenta o son unos algarrobos, que los hay) que los Obispos sigan el debate en sus Diócesis. Que permitan la expresión de ideas y del vocabulario de los tiempos nuevos, que tracen caminos para que los jóvenes se acerquen a un espacio sincero y la mujer tenga el protagonismo que el Obispo le puede dar. El debate del celibato, de la sexualidad, de los matrimonios separados y quieren disfrutar del amor, vendrá después por sí solo. Es responsabilidad de la Iglesia cercana romper con tradiciones que solo aportan rechazo y no son conscientes de donde están incardinadas.
 

Un sínodo poco claro, pero importante

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