Los errores prescriben, los horrores jamás

En la madrugada del 27 de junio de 1973, Montevideo se ve avasallada por las tropas militares  y sus   tanques. Juan M. Bordaberry, presidente de turno, tras un pacto con los golpistas, disuelve el Parlamento elegido por el Pueblo uruguayo, echando por tierra el Estado de Derecho y el imperio de la Ley. Esta maniobra no sorprendió a los uruguayos: se venía gestando desde hacía años. Jorge Pacheco Areco ya había gobernado de espaldas a la Constitución y la Democracia.
Trataré de exponer lo que se escondía detrás del golpe: en 1971, cierto documento  aparece en la Embajada de EEUU en Montevideo; responde a instrucciones del Consejo de Seguridad Nacional encabezado por Henry Kissinger, para preparar “una estrategia”, apoyando contundentemente a los “partidos democráticos” en Uruguay para evitar la victoria del “Frente Amplio”, alianza de Izquierda que pretendía enfrentarse a la explotación imperialista y sus cómplices. Al producirse el golpe, Kissinger (Nobel de la Paz, ¿no lo recuerdan?) valora positivamente el “cambio” y ve “con más facilidad realizar las reformas necesarias”. Esas “reformas necesarias”, con miles de detenidos, exiliados torturados y asesinados… Y todo ello porque la Casa Blanca veía peligrar su poderío con el avance de la Izquierda en Latinoamérica: la victoria en Chile de la Unidad Popular de Salvador Allende, tras  las elecciones en setiembre de 1970; el nacimiento en Uruguay del Frente Amplio en 1971; en Bolivia, la victoria de Juan Torres, con el apoyo popular; en Argentina, después de 18 años de dictadura del general Onganía, el Pueblo, en las urnas, provoca el regreso de Perón  en 1973, que, situado más a la derecha, sin embargo, nuclea sectores del PC y PS, un peronismo sobre todo devoto de Evita; en Perú, Juan Velázquez derrota en 1968 el régimen proimperialista de F. Belaúnde…
Tras el golpe en Uruguay, aparecieron en escena los jóvenes policías y militares que habían ido a EEUU y Panamá a diplomarse en técnicas de tortura, bajo la experta dirección de Dan Anthony Mitrione, agente de la CIA, quien defendía el sistemático atropello de los Derechos Humanos en mi patria considerando que se trataba a una guerra a muerte  contra la Izquierda; aseguraba, además, el trabajo de preparar para torturar y matar lo iba a hacer a la perfección; se consideraba el mejor en la materia… Kissinger, la CIA y el Comando Sur comienzan la primera fase de la operación “Recuperación”, con golpes de estado, asesinatos a líderes populares, operaciones respaldadas con apoyo  financieros, material y político de EEUU, en nombre de la Democracia y contra el terrorismo.
La segunda fase, la tristemente célebre “Operación Cóndor”, iniciaba la cacería de la izquierda revolucionaria y la eliminación de la oposición política. Así, en la madrugada del 27 de junio de 1973, la Derecha procede a dar su golpe. El Pueblo defendió la Libertad con sus vidas frente a los sublevados. En el transcurso del golpe,  se publicaba y trasmitía el decreto Nº 464/973, por el cual el presidente Bordaberry, en alianza con las Fuerzas Armadas, liquida el Estado de Derecho, disuelve la Cámara de Senadores y de Representantes, al tiempo que da potestad a militares y policías para que se empleen con toda la violencia precisa contra quienes pretendan oponerse.
La Clase Obrera organizada en torno a la CNT, lanza un llamamiento a la Huelga General, que fue respaldada masivamente por los demócratas uruguayos: trabajadores, estudiantes...
Quince días duró Huelga General, la más larga en la historia del país y la única en el mundo realizada contra un golpe de estado.
La respuesta de la dictadura uruguaya dejó como saldo,  en un país de poco más de tres millones de habitantes, los siguientes guarismos:  sesenta mil personas arrestadas; seis mil presos/as políticos viviendo en campos de concentración; alrededor de doscientos desaparecidos y ciento treinta asesinatos políticos, tanto dentro como fuera de fronteras, todo ello en el marco del Plan Cóndor –sin contar los más de quinientos mil uruguayos que se vieron obligados a exiliarse y vivir en la clandestinidad–.
Los errores prescriben, los horrores jamás… Todavía falta mucho que hacer… ¡Sí a la Verdad y Justicia! ¡Sí a la recuperación de la Memoria colectiva de la historia reciente, para  poner en dignidad y en justicia democrática el presente y el futuro del país!
Sepan quienes cometieron los delitos que ellos sí tendrán la oportunidad de una Justicia “justa”, la que no practicaron cuando allanaban casas trabajadoras de madrugada sembrando el terror entre sus habitantes, niños incluidos; cuando apretaban el gatillo apoyado en la sien de patriotas uruguayos o enterraban cuerpos, clandestinamente, en fosas comunes; cuando empujaban desde aviones secretos a víctimas inocentes del exterminio imperialista de los pueblos libres… “Hay un pasado que no se puede borrar de un plumazo; sólo la verdad hará que se haga justicia en toda América Latina”.
El jueves 27 de junio de 2013, en sesión extraordinaria, la Asamblea General de Uruguay  conmemoró los 40 años del Golpe de Estado de 1973. El presidente Mujica presenció la sesión de la Asamblea General junto a todos los partidos políticos, quienes insistieron en la necesidad de “nunca más terrorismo de Estado”.

Los errores prescriben, los horrores jamás

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