Una división bien clara

LOS castellanos de Castilla, aquellos a los que Rosalía pedía explicaciones por lo que hacían con los gallegos que se desplazaban hasta su tierra, porque “cando van, van como rosas; cando vén, vén como negros”, dirían: “Aquí hay gato encerrado”. A este lado de Pedrafita no se utiliza esa expresión–ni siquiera por parte de aquel ínclito comentarista que sentenciaba cada dos por tres: “A outra cosa, volvoreta”–, pero es evidente que el Beneguai botou o engado y los parlamentarios de En Marea, originariamente un espacio multicultural hispano-galaico y ahora sabe Dios qué, entraron como si fueran unos panchitos. Los bloqueiros plantearon en el Parlamento una resolución de apoyo al referéndum de Cataluña, el exjuez y virtuoso de la gaita y la zanfoña Luís Villares dijo amén, pero no todo el coro le siguió. Cuatro diputados –los podemitas Carmen Santos, Juan Merlo y  Magdalena Barahona así como  la comunista Eva Solla–extendieron el dedo corazón y votaron no. Resultado perfecto: otra vez quedaba a la vista la división existente entre los mareantes. 

Una división bien clara

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