Un trabajo cuyo padre es desconocido

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, mambooo, ha hu. Pérez Prado y su mambo se quedaban en ocho, de ahí no pasaban y ya era bastante. ¿Bastante? ¡Qué va! Para los diputados de En Marea, originariamente un espacio multicultural hispano-galaico y ahora sabe Dios qué, en el Congreso, eso no es nada. Hasta trescientas enmiendas a los Presupuestos han presentado. Es difícil creerlo, pues su laboriosidad no es precisamente ejemplar. Ninguno de ellos es, ha sido, ni –casi con toda seguridad, pues a lo mejor alguien amaña la selección de aspirantes– será candidato al premio nacional al Trabajo. Alexandra Fernández se aparta un poco del estereotipo, pero ni siquiera la marginación a la que la someten sus compañeros le deja tiempo para idear tantas enmiendas. Nunca se puede descartar que hayan recurrido a un negro –casi habría que hablar de una tribu entera–, ahora que está tan de moda valerse de sus servicios, pero, conociéndolos, hasta es lógico pensar que les daría pereza hacer algunas entrevistas para contratar a alguien. Por cierto, ¿no se habrán dado cuenta aún de que no hay Presupuestos porque a los catalanes no les da la gana?

Un trabajo cuyo padre es desconocido

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