Y tanto que la procesión va por dentro

entre lo mal que llevamos las imposiciones y lo que nos gusta una fiesta no hay quien se atreva a decirnos que nos quedamos sin Semana Santa. Solo hace falta un poco de ingenio y un mucho de humor. Y de eso, como de tiempo libre desde que estamos confinados, en este país vamos sobrados. Así que procesiones hay. Tenemos que verlas en el móvil o el ordenador, pero hay. Y de todos los estilos: están las de la Cofradía del paseo del perro, con gran éxito en varias comunidades; las de Nuestra Señora Colgante, que van de balcón a balcón en las cuerdas de tender la ropa; las de la Virgen de la Roomba, para los más apañados, que de paso dejan el parqué como la patena; las del Santo Cristo de la Cerveza, con botellines como cofrades y hasta las que se montan los sanitarios en los pasillos de los hospitales. Por no hablar de las saetas vía Instagram. Una fantasía. Pues eso, que este año la procesión va por dentro... de casa.

Y tanto que la procesión va por dentro

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