Una sorpresa que no le gustó nada a Silvia Cameán

ANDABA –anda– el concello revuelto por el relevo del jefe de prensa, así que la pseudopeletera Silvia Cameán, musa del sector pijo de la Marea, nasía pa’ganá, aprovechó que tiene unas dependencias a su disposición por Cuatro Caminos y allá que se fue. Pero, claro, después de un ratito en el despacho había que airearse y bajó a tomar un café. Estaba sentada en la terraza de un bar, frente por frente con lo que fue el centro cívico de la zona –la xente do común lo cerró hace ya trece meses– cuando allí se plantó el portavoz municipal del PSOE al frente de una representación de los vecinos, que braman por la falta de un local para sus actividades. Todo fue muy pacífico, a nadie se le ocurrió ni siquiera echarle en cara a la concejala la ineptitud mareante, pero ella debió permanecer aterrorizada durante un rato.

Una sorpresa que no le gustó nada a Silvia Cameán

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