Rivera purga a los que no parecen naranja pata negra

Si a las pérdidas económicas se les denomina crecimiento negativo y a la emigración por culpa del desempleo movilidad exterior, a la purga se le puede llamar feminización de las portavocías. Eso al menos fue lo que hizo Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias cuando se cargó a Íñigo “El niño de San Ildefonso” Errejón para encumbrar a Irene Montero. Albert Rivera, el político antes conocido como Adolfo Suárez, no se anduvo con subterfugios; simplemente laminó a los críticos y llenó la ejecutiva de Ciudadanos de afines –pelotilleros, diría quien no sea del partido–. Ayer debió ser uno de esos días en los que se pasa con los chococrispis del desayuno y en vez de salir a la calle dispuesto a repartir y recibir abrazos, jura en arameo a la menor contrariedad. Hasta ahora decía jolín y pardiez, que tampoco hay que pasarse, pero parece que han llegado nuevos tiempos al mundo naranja e hizo una limpia más profunda que la que necesita el vestuario del Madrid. Se ve que no era el Día Internacional del Abrazo, creación personal del líder alaranxado. ¡Qué penita!

Rivera purga a los que no parecen naranja pata negra

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