Que no se diga que no comemos

confinados sí, pero bien alimentados. Después de aquellos primeros días de compras compulsivas y desesperadas en las que cualquier cosa que quedase en la estantería del supermercado acababa en la cesta llegó la recomendación de organizar los menús y el salir de casa lo menos posible y la lista volvió a ser razonable. Eso y comprobar que el desabastecimiento que tanto nos temíamos no era tal. Y entramos en la siguiente fase, la de “nos quedamos sin salir, pero no renunciamos a nada”. Gastronómicamente hablando. Y en esas estamos ahora, con un aumento del gasto alimentario del diecisiete por ciento con respecto a la semana anterior y lanzándonos a la harina para convertirnos en expertos panaderos y reposteros. Con la de clases online de fitness, body combat, pilates, zumba y demás que nos saltan en el ordenador en cuanto nos descuidamos malo será que no bajemos los bizcochos.

Que no se diga que no comemos

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